«TENGO SED»

Las siete profundas expresiones que Jesús pronunció desde la cruz, antes de Su muerte, enfatizan con gran claridad Su indiscutible humanidad. Ellas ilustran claramente que Cristo era uno de nosotros. No cabe duda de que no solo era Dios, sino también plenamente humano.

«¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?»

En Su muerte Cristo experimentó la separación de Dios, que fue la pena final por el pecado y la mayor agonía de todas. Gracias a Él, como creyentes nunca conoceremos tal sufrimiento. Nosotros tenemos la seguridad de que incluso cuando somos probados, Dios jamás nos dará la espalda.

«¡HE AHÍ TU HIJO!» «¡HE AHÍ TU MADRE!»

Jesús, el inocente Cordero de Dios, estaba muriendo una muerte horrible por los pecados del mundo, mientras observaba que al pie suyo estaban los encallecidos soldados romanos ¡jugándose Sus ropas! Una túnica sin costura valía más para estos hombres impíos que el Salvador del mundo.

«HOY ESTARÁS CONMIGO»

Ninguna cantidad de pecado o perversidad puede superar a la gracia de Dios. A Satanás le encanta distraernos haciéndonos acuerdo de nuestros fracasos pasados. Pero en Cristo tenemos el poder para vencer a Satanás y dominar la culpa de nuestro pecado.

«PADRE, PERDÓNALOS»

La verdad es que Dios sigue buscando a los pecadores espiritual­mente perdidos y les ofrece gracia y perdón por medio de Su Hijo Jesucristo. Además, el Señor quiere que Sus hijos modelen esa gracia y perdonen con amor a los demás.

El perdón divino: La primera súplica desde la cruz

por Carlos A. Zazueta29 de febrero, 2024

Este primer llamado al perdón nos invita a reflexionar sobre el amor de Dios y Su inmensa gracia. Nos desafía a perdonar como hemos sido perdonados, a amar incondicionalmente y a vivir en la libertad que solo el verdadero perdón otorga. En un mundo marcado por el dolor y la división, las palabras de Jesús brillan como un faro de esperanza, recordándonos que el perdón es el primer paso hacia la sanación y la reconciliación.

Viñetas por la Tumba

Solo aquellos que conocen el peso de un dolor devastador y repentino pueden comprender lo que María sentía al estar en la tumba de Jesús esa mañana. Nada podría haberla mantenido lejos de ese último deber de amor.

El lugar de la calavera

La tradición cristiana más antigua y sólida ubica el lugar de la crucifixión, el entierro y la resurrección de Jesús en un sitio en Jerusalén que hoy no nos da ni la más leve indicación de lo que fue su apariencia original. El nombre en arameo de esta formación rocosa, Gólgota (calvaria en latín), refleja muerte en su traducción: «lugar de la calavera».

«CONSUMADO ES»

La realización del deseo de Dios fue dulzura para el alma de Jesús y con gran satisfacción proclamó fuertemente Su triunfo diciendo: «¡Consumado es!».

Su Pecado Clavado en la Cruz de Jesús

Si no fuera por el perdón completo que Dios ofrece por su pecado, usted tendría que llevar para siempre algo «colgado sobre su cabeza». Pero, alabe a Dios porque hoy y en esta Semana Santa usted puede vivir; su pecado ha quedado clavado en la cruz y ha sido perdonado.