Job 27: 1—23

Considerar las bendiciones pasadas nos da razones para regocijarnos. A ustedes, que son padres y todavía están criando a hijos, permítame aconsejarle que les enseñen a hacer esto, practicándolo a menudo. El momento de la cena es una gran oportunidad para recordarlo. Es un momento ideal para pensar en el día transcurrido y contar las bendiciones que recibimos.

Recordar presenta pruebas que nos obligan a tragarnos nuestro orgullo. Sugiero que recontemos las pruebas por las que estamos pasando en el presente, y les permitamos que nos pongan debidamente nuestro sitio.

Reafirmar nuestro compromiso con la integridad nos fortalece con confianza y valentía. Esto es lo que más me encanta de Job: aunque está desanimado y decepcionado, no está derrotado.

Cynthia y yo regresamos hace poco de un viaje trascendental a sitios que se hicieron famosos gracias a un pequeño grupo de hombres justos e intrépidos. Hoy los conocemos como los reformadores. Fueron los líderes de la gran reforma que recorrió a Europa central en el siglo XVI.

Jun Huss de Chicoslovaquia; Martín Lutero y Felipe Melanchton, de Alemania; Ulrico Zwinglio y Juan Calvino, de Suiza; y Juan Knox de Escocia (para nombrar solo unos pocos), no fueron superiores en estatura ni en fuerzas. Tampoco fueron perfectos ni mucho menos, pero fueron hombres íntegros, con cualidades de carácter que los mantuvieron fieles. Esto también les permitió no sentirse intimidados frente a la oposición, que no solo era de palabra, sino que también constituía una amenaza para sus vidas. Al igual que Lutero, cada uno de ellos estaba diciendo en realidad: «Aquí estoy, no puedo proceder de otra manera», al negarse a flaquear o retractarse. Como Job, fueron malinterpretados, difamados, falsamente acusados y abiertamente insultados por sus críticos. Representaban voces solitarias de la verdad al ser fieles a sus convicciones.

Durante nuestro recorrido, muchas veces me quedaba largo rato frente a una estatua de bronce o de pie en el púlpito donde uno de ellos predicó una vez, me preguntaba si, quizás, se sintieron fortalecidos al mantenerse solos en la brecha siguiendo el ejemplo dejado por Job en la Biblia. Mucho antes de que ellos nacieran, él testificó: «Hasta que muera, no renunciaré a mi integridad. Me he aferrado mi rectitud y no las cederé» (Job 27: 5, 6).

También me preguntaba: «¿Habría tenido la valentía de hacer lo que ellos hicieron?» ¿La habría tenido usted?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.