Proverbios 12, 13, 15, 19, 22, 26

Entre más viejo me hago, más me doy cuenta de lo fácil que una rutina se puede convertir en un estancamiento y lo fácil que es que las prioridades se conviertan en obsesiones. En los devocionales anteriores examinamos el afán de la holgazanería y encontramos formas de evitar convertirnos en perezosos. Pero la decisión de dar prioridad al trabajo y ser diligentes en nuestras responsabilidades puede llevarnos a extremos. Nuestra laboriosidad puede convertirse en una adicción al trabajo.

Cuando estamos a dieta, monitoreamos lo que comemos y las cantidades. Los doctores nos recomiendan que hagamos ejercicio de manera constante. Sin embargo, algunas personas se preocupan tanto por su peso que llegan a sufrir de desórdenes alimenticios. Algunas mujeres hacen tanto ejercicio que sus hormonas femeninas se bloquean y algunos hombres sienten la necesidad de inyectarse compuestos químicos para desarrollar sus músculos aun cuando esos químicos pueden causar cáncer. Preocuparnos por lo que comemos y ejercitarnos sabiamente es algo bueno. Lo malo es cuando lo llevamos a un extremo.

De la misma forma, he visto cristianos espiritualizarse a tal extremo que se alejan de cualquier vida pública normal. Leen la amonestación de Pablo de «orar sin cesar» literalmente y se pasan horas en meditación privada sin hacer nada más. Estudian la Escritura tanto tiempo que tienen muy poca oportunidad de practicar lo que aprenden. Asisten a todos los servicios de la iglesia, participan en todos los programas y nunca se pierden eventos, pero sus hijos y su matrimonio son ignorados. Una vez más le repito, son cosas buenas que se convierten en malas cuando no buscamos el equilibrio apropiado.

Debo admitir que, para vergüenza mía, veo extremos en mí mismo. Le pido al Señor que me mantenga equilibrado. Necesitamos equilibrio entre el trabajo y la diversión. Ese desequilibrio no es saludable.

  • Necesitamos equilibrio entre nuestro tiempo a solas y nuestro tiempo con los demás.
  • Necesitamos equilibrio entre la independencia y la dependencia. Cualquiera de los dos extremos puede llevarnos a un comportamiento extraño y hasta desórdenes mentales.
  • Necesitamos un equilibrio entre bondad y firmeza, entre esperar y orar, entre trabajar y obedecer, entre ahorrar y gastar, entre recibir y dar, entre querer demasiado y esperar muy poco, entre la aceptación y el discernimiento agudo.

Reflexión: Examine su propia vida. ¿En qué área necesita más equilibrio? Reflexione en estas últimas semanas. ¿Alguien cerca de usted se ha quejado de que está llevando al extremo una actividad, prioridad o perspectiva?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.