Hechos 17: 1—9; 1 Tesalonicenses 2: 1—6

Los buenos líderes son entusiastamente estimulantes. Una vez más, Pablo escribe: «Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente actuamos entre vosotros los creyentes. En esto, sabéis que fuimos para cada uno de vosotros como el padre para sus propios hijos: os exhortábamos, os animábamos» (1 Tesalonicenses 2: 10, 11). Primero fue como una madre que cuida tiernamente a sus pequeños, y ahora vemos a un padre alentando y exhortando a sus hijos.

¿Se ha sentado usted alguna vez en las gradas de un campo de juego, frente al padre del jugador defensa de un equipo de fútbol de la escuela secundaria? Él es un animador exclusivo. ¿Por qué razón? ¡Porque su papá! El chico en el campo piensa: «Papá, cállate». Pero él está allí, de pie, gritando a todo pulmón, saboreando cada momento de lo que hace su hijo.

Quizás usted ha anhelado recibir más estímulo de su padre. Seamos realistas: el estímulo juega un papel muy importante en la preparación de un hijo para la vida. Nadie debe recibir más estímulo de nosotros que nuestros propios hijos.

Bastante irrefutable, ¿no le parece?

Lo que vale para nuestros hijos físicos, vale también para los hijos de Dios. El buen liderazgo equilibra el tierno cuidado de una madre con el amoroso estímulo de un padre. El estímulo es como un oasis en el desierto. Proporciona un necesario refrigerio a los cansados cuyas almas están resecas por el tiempo pasado en el desierto de sus dudas acerca de sí mismos. También está el desierto del fracaso cuando nos hemos esforzado por tener éxito, y el desierto de la falta de avance cuando queremos que algo suceda y no sucede. Está, asimismo, el desierto del rechazo familiar, el maltrato y de mil otros paisajes áridos e infecundos de la vida.

En esas experiencias desiertas, usted anhela tener un oasis donde pueda conseguir un sorbo de agua fría. Aunque no lo tuvo de su padre, finalmente vienen las palabras de estímulo de un líder que, al hablar, hunde su cucharón en el agua fría y lo saca para calmar su sed y refrescar su alma.

Los líderes que estimulan crean seguidores fieles.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.