Proverbios 24, 30

Al concluir nuestro análisis del equilibrio o la falta de él, debemos regresar a lo fundamental. Un sabio de Israel reflexionaba en su riqueza y en el efecto que tenía en su relación con Dios. Luego, hizo una oración pidiendo a Dios que le ayudara a mantener un equilibrio sabio:

Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes que muera: vanidad y palabra mentirosa aparta de mí, y no me des pobreza ni riqueza. Solo dame mi pan cotidiano; no sea que sacie y te niegue o diga: «¿Quién es el SEÑOR?». No sea que me empobrezca y robe, y profane el nombre de mi Dios (Proverbios 30:7-9).

Este hombre había vivido y experimentado muchos desafíos, así que presentó su petición en dos áreas específicas:

  1. Aléjame del engaño y las mentiras.
  2. No me des mucho ni muy poco.

Esta segunda petición es la que lo ayuda a mantener un equilibrio adecuado. ¿Por qué le preocupaba tener muy poco? Quería evitar la tentación de satisfacer sus necesidades a través de medios deshonestos. Las personas que están desesperadas cometen actos desesperados. Si lo duda, es porque nunca ha mirado el rostro de sus hijos muriéndose de hambre. En ese momento, darles de comer puede ser el pivote que haga a un lado los principios morales más altos. La adversidad nos puede tentar a profanar el nombre de nuestro Dios.

¿Y por qué el escritor no quiere tener mucho? Cuando tenemos más de la cuenta, somos vulnerables a la arrogancia y a la tentación de olvidar a Dios. Allí tenemos el riesgo que había logrado su éxito por méritos propios. Empezamos a confiar en nuestra riqueza y creemos que ella es la fuente de nuestra seguridad. La prosperidad nos puede tentar a desconocer la gracia de Dios.

Analícelo. El adversario de nuestra alma es experto en los extremos. Siempre anda buscando formas de llevarnos al límite, de llevarnos a extremos que nos inviten a un tropiezo moral serio. Con el tiempo, he descubierto que tengo que luchar contra la tendencia de ir a los extremos y debo valorar más una vida equilibrada.

Reflexión: Hagamos ahora una evaluación honesta, ¿le parece? Para poder realizar una evaluación confiable, necesita lo siguiente:

  1. Un calendario.
  2. Sus registros bancarios.

Trate de escribir todas las actividades habituales que realiza durante la semana en el calendario. ¿Ve algún extremo? ¿Hay algo que le falta? Por ejemplo, ¿tiempo con la familia? ¿Tiempo para Dios? ¿Tiempo para descansar?

Ahora revise sus registros bancarios. ¿Sus gastos reflejan equilibrio o desequilibrio? ¿Gasta demasiado en usted o quizás no lo suficiente? ¿Qué tal la parte de sus ingresos que tiene destinados para Dios? ¿Ve algún extremo? ¿Hace falta algo?

La adversidad nos puede tentar a profanar el nombre de nuestro Dios.

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.