Proverbios 24:27

Tal como lo descubrimos antes, Salomón y los sabios de Israel dijeron mucho acerca del valor de la diligencia y los peligros de la holgazanería. Cuando unimos todos estos proverbios, su mensaje es muy claro: si uno trabaja diligentemente, cosechará recompensas materiales; la holgazanería, en cambio, nos dejará en la pobreza. Aun en este aspecto, los proverbios nos piden equilibrio. En favor del trabajo, los sabios escribieron:

«El apetito del trabajador es lo que lo obliga a trabajar, porque su boca lo apremia» (16:26).

La palabra que en el texto se traduce como «apetito» viene del término hebreo que se usa para «alma». En este contexto se refiere al deseo humano de satisfacer nuestras necesidades básicas de supervivencia. Literalmente, una persona debe tener agua, alimento y protección. Esta necesidad biológica nos motiva a trabajar. En un sentido más amplio de la expresión, el sabio reconocía nuestra necesidad espiritual de realizar un trabajo significativo. Dios nos ha diseñado con esta «hambre» y reflejamos su imagen cuando cumplimos nuestro propósito divino (Génesis 1:28; 2:15).

Esta necesidad, sin embargo, puede convertirse en una obsesión. El hambre nos hace trabajar, pero la ambición nos impulsa a trabajar demasiado. Dios nos llama a la diligencia, pero no quiere que nos volvamos adictos al trabajo. De acuerdo con el libro de la sabiduría, hay un tiempo para trabajar y un tiempo para disfrutar el fruto de nuestra labor.

Ordena tus labores afuera; ocúpate en ellas en el campo. Y después edifícate una casa (24:27).

La frase «edifícate una casa» tiene un doble significado: uno literal y otro figurado. Para edificar la casa de una persona, un hombre no solo erige la estructura en la cual va a vivir, sino que también establece un legado. Se casa, llena el hogar de niños, los cría hasta que son adultos y luego amplia la morada para acomodar a la siguiente generación. En este sentido, la casa de una persona representa su vida, la cual ha llenado con familia, amigos, riqueza y provisiones.

Una paráfrasis de este Proverbio seria: «¡Esfuércese mucho y luego disfrute la vida!».

Reflexión: ¿Cuál extremo tiende a exagerar: el proceso del trabajo o la recompensa del trabajo? ¿Qué puede hacer para mantener un equilibrio más saludable? ¿De qué forma puede involucrar a su familia y a sus amigos para que le ayuden a mantener ese equilibrio?

El hambre nos hace trabajar, pero la ambición nos impulsa a trabajar demasiado.

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.