Hechos 1:8

Es una caricatura que vez tras vez me ha hecho sonreír.

Hay dos esquimales sentados en sillas, pescando a través de perforaciones en el hielo. El tipo a la derecha ha descolgado su hilo a través de la típica apertura con forma de disco. . . de tamaño similar a una pequeña tapa de alcantarillado.

El esquimal a la izquierda también tiene su hilo en el agua. Él también espera con calma una picada. Pero su perforación tiene el tamaño de un estadio de fútbol y se extiende hasta el horizonte —en forma de ballena.

Ahora, ¡eso es lo que yo llamo visión!

Sonría si lo desea, pero usted tiene que concederle la victoria al esquimal de la izquierda. ¡Él está preparado! Usted puede estar seguro de que su compañero pescador cree que él está loco. Es posible que esté murmurando palabras de crítica, cómo:

«¿Cuánta codicia puede alguien llegar a sentir?»

O «¡Qué ganas tiene de impresionar!»

Pero hay algo que tiene que admitir sobre su compadre, ¡está pensando en grande! El tiempo que dedicó a los preparativos para la pesca fue extenso y cansador —probablemente gastó tres serruchos cortando y arremetiendo contra todo ese material congelado. Pero no hay nada que pueda jalar a su hilo —y quiero decir nada— que él no pueda enfrentar. Desde el inicio del proyecto, el hombre ha sido visionario.

La visión es algo contagioso. Usted no puede pasar mucho tiempo junto a un pescador como ese sin agrandar su propia perforación en el hielo. Algo muy dentro nuestro admira una persona que amplía nuestra fe al hacer cosas que están llenas de visión. Al principio tales acciones parecen ser locuras. Eso ocurre cuando no sabemos los hechos que hay detrás de esas acciones.

Por ejemplo, tiempo atrás escuché de un par de monjas que trabajaban como enfermeras en un hospital. Una mañana camino al trabajo, se les acabó la gasolina. Había una gasolinera cercana pero no tenían un envase para transportar la gasolina que necesitaban. Una de las mujeres recordó que tenía una bacinilla en la cajuela del carro. La gasolina fue puesta en la bacinilla y llevada con mucho cuidado hasta el carro. Mientras las monjas vertían el combustible en el tanque de gasolina, dos hombres en un carro pasaban por ahí. Incrédulos, miraban con detención. Finalmente, uno le dijo al otro:

«Alfredo, ¡eso es lo que yo llamo fe!»

Parecía una locura. El problema era que estos dudosos simplemente no estaban provistos de los hechos. ¡Y qué sorpresa se llevaron cuando esas monjas los pasaron velozmente por la carretera!

Mucho de lo que llevamos a cabo le falta visión. Hacemos pequeñas perforaciones en el hielo y nos programamos para regresar a casa fríos y hambrientos. Y entonces, si no tenemos cuidado, podemos encontrarnos criticando y burlando de aquellos que, como lo dijo Luis Palau, sueñan grandes sueños y planifican grandes planes. «Sensacionalistas», los llamamos. O peor, «necios».

En cambio, cuando Jesús llamó a Andrés y a Simón, prometió:

«Vengan, síganme, ¡y yo les enseñaré cómo pescar personas». (Marcos 1:17)

Es probable que los dos pescadores pensaban de manera muy limitada. Yo llego a esta conclusión porque el Dr. Lucas registra la reacción de ellos cuando cogieron los peces que llenaron las dos barcas. ¡Estaban desconcertados! Pero Jesús respondió con percepción:

«¡No tenga(n) miedo! ¡De ahora en adelante, pescará(n) personas!» (Lucas 5:10)

Pareciera que Jesús se daba cuenta del «miedo» innato que tenían de las cosas grandes. Los desafió: «No se inquieten. Con mi ayuda, podrán pescar a las personas tal como pescaron a estos peces».

¿Cuánto tiempo hace que perforó un hueco en el hielo y echó allí un hilo? Claro, puede significar tener que «romper el hielo» con vecinos o colegas del trabajo que son «pre cristianos» —ir más profundo que la capa resbalosa de cosas como el clima y los deportes y la condición en que se encuentra el césped. Puede significar invertir el tiempo, tomar algunos riesgos y generar un esfuerzo a través de actos prácticos de amor compasivo. La pesca de hombres y mujeres no es algo casual.

¿Está esperando tener éxito? Escuche al autor Joe Aldrich:

Para muchos, el primer paso en la evangelización vecinal es el de la actitud. Si creen que serán exitosos o no, están en lo cierto. Lo que anticipamos en la vida es, a menudo, lo que conseguimos. Si usted dice: «No puedo hacerlo», es probable que tenga razón, especialmente si cree firmemente que no puede. Dios dice que usted sí puede. ¿A quién piensa creerle? . . . Es cierto, donde no hay visión, las personas (sus vecinos) se pierden.

Dele otra mirada a los dos esquimales. Ahora, sea honesto. ¿En cuál perforación está usted pescando?

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.