Simplemente mire a su alrededor y verá que cada vez más personas están ansiosas por el hoy y el mañana, descontentas consigo mismas y sus circunstancias, siempre luchando por el siempre esquivo "más". Es por eso que, lamentablemente, con demasiada frecuencia, la vida no es una sonrisa; es un ceño fruncido.

Sin embargo, en este estudio de la carta de Pablo a los Filipenses, descubrimos que Jesucristo vino a llenar nuestras vidas de gozo, un gozo auténtico y permanente que produce una risa genuina en lo profundo del alma.