Hechos 14: 1—20

Es increíble que, a pesar de estar sin vida en un charco de su propia sangre, Pablo se levantará y volviera a la ciudad de donde había sido arrastrado y dado por muerto. Un misionero valiente y verdaderamente firme, ¿no le parece?

Permítame hacerle un par de preguntas: ¿Puede usted imaginar el ser tan odiado al punto de que la gente literalmente lo apedreé y lo golpeé hasta dejarlo inconsciente y dado por muerto? Aquí está la segunda: Si a usted lo golpean en, digamos, un pueblito pequeño, ¿se quedaría a dormir esa noche allí? De acuerdo, entonces en la ciudad vecina. ¡Ni hablar! Usted iría a otro lugar lo más pronto posible. Hablando seriamente, si usted conduce estrictamente desde una perspectiva horizontal, no querrá estar dentro de un radio de por lo menos 1500 kilómetros a la redonda de ese lugar cuando salga el sol la mañana siguiente.

Así será, por supuesto, a menos que haya sido usted llamado y esté totalmente consagrado a la perspectiva vertical. Entonces perseverará, no tirará la toalla. Tampoco se vengará y caerá en la auto conmiseración. Se irá a dormir cada noche confiando en el mismo Dios que le llamo a servir en ese lugar, convencido de que Él es soberano y tiene el control absoluto de todo.

Eso fue exactamente lo que hizo Pablo. De hecho, entró a la misma ciudad y pasó la noche allí (Hechos 14: 20). Se levantó del suelo polvoriento, apartó las piedras más grandes, se limpió la sangre de la cara y manos, se puso presentable y subió de nuevo al púlpito. No pudieron ahuyentarlo. ¡Bienvenido a un ministerio auténtico!

Usted pensaría que Pablo mostraría un poco de cautela y de sentido común. Después de todo, Listra era una ciudad peligrosa e impredecible. ¡Pablo había sido apedreado y dado por muerto! Querían que se marchara, pero Dios lo había llamado administrar allí.

Escúcheme: Un ministerio que perdura, es un ministerio que persevera tenazmente en medio de períodos de enormes persecuciones. No es inconstante. No necesita el aplauso de la gente. Rechaza el ser venerado como un dios. Un ministerio auténtico ofrece la verdad de Dios, no importa cuán filosos sean los bordes ni qué tan peligrosas sean las amenazas. El ministerio de Pablo y Bernabé tenía esa clase de terminación. ¿La tiene también el suyo?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.