¿Quién escribió el libro?
Sabemos poco sobre el profeta Joel aparte de unos cuantos detalles personales que se encuentran en el libro mismo. Él se identificó como hijo de Petuel (Jl 1:1), y sabemos que predicó a los habitantes de Judá porque Jerusalén juega un papel central en sus profecías. Joel comentó sobre los sacerdotes y el templo, lo cual indica una conexión fuerte con el centro de adoración de Judá (Jl 1:13-14; 2:14, 17). También se valió de símbolos naturales —el sol y la luna, las plantas y las langostas— y puso énfasis en que el mensaje de Dios impacta nuestras vidas diarias.
¿Dónde nos encontramos?
Fechar el tiempo de la escritura del libro de Joel sigue siendo una de las tareas más difíciles para los eruditos del Antiguo Testamento porque, a diferencia de la mayoría de los escritos proféticos, Joel no dio ninguna indicación explícita de su época. Específicamente, Joel evitó mencionar a los reyes gobernantes de ese tiempo. Uno de los argumentos más convincentes de una posible fecha para la escritura del libro explica esta omisión al sugerir que la profecía ocurrió en el período inmediatamente posterior a la única reina gobernante, Atalía (quien murió en el 835 a. C.). A su muerte, solo su nieto más joven, Joás, quedó para gobernar. Pero debido a que Joás era demasiado joven para reinar, el sacerdote Joiada gobernó en su lugar hasta que él alcanzó la mayoría de edad. Por lo tanto, si Joel profetizó durante este período del cuidado del niño, tendría sentido que no mencionara a ningún rey oficial. El libro de Joel también hace amplia mención de los sacerdotes, los rituales del templo y las naciones que eran prominentes a finales del noveno siglo a. C., como Fenicia, Filistea, Egipto y Edom. Todo esto señala a una fecha aproximada del 835 a. C. o poco después, lo cual significa que Joel fue uno de los primeros profetas que dejó un escrito, y que fue un contemporáneo del profeta Eliseo.
El libro enfoca su juicio profético en el reino del sur de Judá, con referencias frecuentes a Jerusalén y a la adoración en el templo (Jl 1:13-14; 2:23, 32; 3:16-18, 21). La familiaridad de Joel con esta área y con la adoración en el templo sugiere que vivió en Judá, incluso posiblemente en la misma ciudad de Jerusalén.
¿Por qué es tan importante Joel?
En el libro de Joel el énfasis puesto en el concepto y el desarrollo, del día del Señor, le da al libro un lugar importante en el canon de las Escrituras. La profecía de Joel da algunos de los detalles más impactantes y específicos de todas las Escrituras en cuanto al día del Señor: langostas que conquistan como un ejército poderoso, días envueltos en oscuridad y la luna que se vuelve roja como sangre. Arraigado en semejante simbolismo vibrante y material, este tiempo de juicio final —que aún es futuro para nosotros hoy (2 Ts 2:1-3; 2 P 3:10)— deja en claro la seriedad del juicio de Dios por el pecado.
¿Cuál es la idea central?
Aprovechando el recuerdo de una plaga de langostas en Judá, Joel se vale de una tragedia reciente para dar a conocer el mensaje del Señor sobre el juicio y la esperanza del arrepentimiento. Al hacer referencia a la terrible plaga de langostas, Joel pudo hacer que sus oyentes se identificaran con el mensaje de juicio y que este quedara grabado en sus mentes, como cuando un hierro candente graba una marca en la piel de un animal.
En el libro de Joel los lectores pueden observar que el día del Señor, que en realidad no es un solo día sino un período de juicio y restauración, consta de tres características básicas:
- El juicio de Dios sobre el pueblo
- El juicio de Dios sobre otras naciones
- El sufrimiento que precede a la redención y la restauración del pueblo de Dios
Encontramos cada uno de estos elementos en el libro de Joel. Ofrece uno de los cuadros más completos en las Escrituras de este acontecimiento que, al final, será redentor para el mundo y para el pueblo de Dios (véanse Joel 2:1-11; 2:28-32; 3:1-16).
¿Cómo aplico esto?
Las visiones del futuro, como las que encontramos en Joel y en las páginas del libro de Apocalipsis, frecuentemente pueden parecer muy alejadas de nuestra existencia cotidiana. Sin embargo, sus vívidas imágenes de destrucción deberían servir para despertarnos de nuestro adormecimiento espiritual. ¿Alguna vez has luchado con un sentimiento de autocomplacencia? Una dosis fuerte de simbolismo apocalíptico, como el que encontramos en Joel, podría resolver el problema al hacerte abrir los ojos a la necesidad de seguir caminando con Dios con fidelidad cada momento de tu vida.
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