
¿Quién escribió el libro?
La autoría de Pablo de esta carta es ampliamente aceptada. Además, sabemos que no fue la primera carta que Pablo escribió a los creyentes corintios (1 Corintios 5:9). Su primera carta —que ahora se encuentra perdida— fue malinterpretada por la iglesia de Corinto (1 Corintios 5:10-11). Por lo tanto, Pablo escribió otra carta (1 Corintios) para aclarar algunas preocupaciones que la primera carta causó y para lidiar con algunos problemas nuevos. Pablo también escribió por lo menos dos cartas más a este grupo de creyentes: una carta, que hoy no tenemos, fue escrita en respuesta a una visita difícil que Pablo hizo a Corinto (2 Corintios 2:1-13), y otra carta que conocemos como 2 Corintios.
Los destinatarios de 1 Corintios deben haber entendido la importancia de la carta, tanto para sus propias circunstancias como para la iglesia en general. En el 96 d. C., el obispo de Roma, Clemente, les escribió una carta a los corintios en la que invocaba la autoridad de la instrucción de Pablo en 1 Corintios. Solo unas décadas después de su origen, esta carta de Pablo a los corintos ya había viajado fuera de Corinto y ya se consideraba autoritativa.
¿Dónde nos encontramos?
Pablo había estado en Éfeso por más de dos años en su tercer viaje misionero cuando recibió un informe inquietante de conflictos en la iglesia corintia (1 Corintios 1:11). Cuatro años antes de escribir 1 Corintios, el apóstol había pasado dieciocho meses en Corinto, por lo que estaba íntimamente familiarizado con la iglesia y con muchos de sus miembros. Esta iglesia que él había fundado tan recientemente (Hechos 18:1-11) ya había desarrollado divisiones profundas, y la situación requería de una acción inmediata. Pablo escribió esta carta alrededor del 54 d. C., justo cuando planeaba irse de Éfeso a Macedonia (1 Corintios 16:5-8).
¿Por qué es tan importante Primera de Corintios?
Primera de Corintios contiene una discusión franca de los asuntos que impactaron a los cristianos de Corinto en el primer siglo. De hecho, Pablo trata muchos asuntos que todavía enfrentamos en nuestras iglesias hoy. La iglesia corintia batalló con el pecado en una variedad de frentes, y las instrucciones de Pablo proporcionan un modelo importante de cómo la iglesia debe manejar esos y otros problemas dentro de ella. En lugar de evitar lidiar con la división relacional y varias formas de inmoralidad, Pablo aborda estos problemas de manera frontal. En su fuerte llamado a la pureza a la iglesia de Corinto, el apóstol deja en claro que él está dispuesto a arriesgar la buena opinión de algunos con tal de librar a la iglesia del pecado que la está dañando.
¿Cuál es la idea central?
En Primera de Corintios, Pablo aborda los informes que recibió de la casa de Cloé y responde una carta que recibió de la misma iglesia(1 Corintios 1:11; 7:1). Aquí, Pablo cubre una cantidad de asuntos relacionados con la vida y la doctrina: las divisiones y los conflictos, la inmoralidad sexual en la iglesia, las demandas legales entre creyentes, el matrimonio y la soltería, la libertad en Cristo, el orden en la adoración, la importancia de la Santa Cena, el uso apropiado de los dones espirituales y la esperanza que tenemos de la resurrección.
El énfasis de Pablo sobre la conducta cristiana en la iglesia local une todos estos temas. El apóstol espera que los creyentes vivan de acuerdo con los ideales cristianos. «Porque Dios los compró a un alto precio —escribe él—. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo» (1 Corintios 6:20).
¿Cómo aplico esto?
Corinto era una gran metrópolis internacional, llena de personas de distintos trasfondos. Allí la adoración de ídolos como Afrodita era particularmente prominente, aunque la ciudad presentaba numerosas tentaciones adicionales, además de sus templos paganos. En este sentido, Corinto era muy parecida a una ciudad moderna. Presentaba tentaciones continuas para involucrarse en uno u otro comportamiento pecaminoso sin ninguna consecuencia aparente.
Está claro que una comunidad así tuviera una influencia negativa en la iglesia corintia. Aun así, Pablo nunca instruyó a los creyentes a que se retiren de su cultura. Retirarse nunca es la visión de Dios para la iglesia. En cambio, Pablo dirige a sus lectores, ubicados en medio de los no creyentes, a vivir con mayor fidelidad su compromiso y sus convicciones cristianas. Él esperaba que los cristianos hicieran brillar la luz en los lugares más oscuros del mundo al mantener su comunidad unificada y al ser responsables y amorosos unos con otros. Escribió que debemos arreglar nuestros problemas dentro de la iglesia, que debemos animarnos unos a otros en la búsqueda de pureza, y que debemos esforzarnos juntos al aferrarnos fuertemente a la esperanza de nuestra resurrección corporal.
¿Qué puede hacer usted en su iglesia local para lograr que este tipo de comunidad sea una realidad?