¿Quién escribió el libro?

El Evangelio de Juan nunca proporciona el nombre de su autor. Eso no es sorprendente, ya que tales identificaciones tampoco se hacen en ninguno de los otros tres Evangelios. Sin embargo, dos factores significativos señalan a Juan como el autor. Primero, el libro identifica a su autor como «el discípulo a quien Jesús amaba» (Jn 21:20, 24; véase también Jn 13:23; 19:26; 20:2 y 21:7). Esta descripción probablemente señala a Juan por tres razones. Primera, esta persona tenía que ser uno de los doce discípulos, porque fue un testigo ocular de los eventos que registra en este Evangelio (Jn 21:24). Segunda, probablemente era miembro del círculo íntimo de tres discípulos de Jesús (Pedro, Santiago y Juan), porque fue un de los primeros a quienes María les habló acerca de la Resurrección (Jn 20:1-10). Tercera, este discípulo se distingue de Pedro en el libro, y Santiago murió demasiado pronto después de la Resurrección como para ser el autor (Hch 12:2). La segunda evidencia significativa de la autoría de Juan es el testimonio unánime de los primeros cristianos, entre ellos Ireneo, un creyente del segundo siglo, quien declaró que Juan era el discípulo que se había inclinado para hablar con Jesús en la Última Cena —«el discípulo a quien Jesús amaba» (Jn 13:23)— y el autor de este Evangelio (Contra las herejías 3.1.1).

¿Dónde nos encontramos?

En la tradición cristiana, siempre se ha hecho referencia al Evangelio de Juan como el «cuarto Evangelio», lo cual implica que fue compuesto después de los otros tres. Policarpo, un mártir cristiano del segundo siglo que fue un discípulo personal de Juan, le dijo a Ireneo de Lyon que Juan había escrito el libro durante el tiempo en que el apóstol estuvo en Éfeso. Estos factores sugieren que Juan escribió el libro entre los años 85 d. C. y el 95 d. C.

¿Por qué es tan importante Juan?

Es notable que Juan no incluya la historia de la Natividad en su Evangelio. En cambio, en su introducción al libro se remonta aún más atrás en la historia, hasta la eternidad pasada. Al invocar el lenguaje de Génesis 1:1: «En el principio», Juan comienza haciendo un vínculo directo entre la naturaleza de Dios y la naturaleza de la Palabra, Jesucristo (Jn 1:1). El énfasis en la deidad de Cristo es una cualidad impactante del Evangelio de Juan. Se manifiesta claramente en todo el libro, de manera particular cuando Jesús se atribuye el nombre divino «Yo soy» a Sí mismo, lo cual provocó que una turba de judíos enojados tratara de
apedrearlo por blasfemia (Jn 8:58).

¿Cuál es la idea central?

Juan expone su tema más claramente que cualquiera de los otros escritores de los Evangelios. Él se dirige a sus lectores cerca del final del libro y los aborda directamente, explicando que lo ha escrito «para que ustedes continúen creyendo que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, al creer en él, tengan vida por el poder de su nombre» (Jn 20:31). Para lograr esta meta, Juan presenta una imagen de Jesús que es fascinante y distintiva, una que se encuentra en completa unidad con las descripciones de los otros tres Evangelios, pero que también contribuye significativamente a la revelación bíblica de Jesús como el Dios-hombre.

Juan usa una variedad de técnicas para comunicar a sus lectores la naturaleza de Jesús. Entre ellas se incluyen las siete declaraciones «Yo soy» de Jesús, en las que Jesús se refiere a Sí mismo usando términos como «la luz del mundo» (Jn 8:12), «la resurrección y la vida» (Jn 11:25) y «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14:6). Además, a una gran sección del Evangelio de Juan a veces se le llama el Libro de las señales, porque relata siete milagros distintos que Jesús realizó, incluyendo el transformar agua en vino en Caná y la resurrección de Lázaro en Betania (Jn 2–12). Estos milagros apoyan Su identidad como el Hijo de Dios.

¿Cómo aplico esto?

La identidad de Jesús como el Hijo divino de Dios lo distingue de cualquier otro hombre que alguna vez haya vivido. Él lleva consigo la trascendencia que existe solamente en Dios mismo. Por lo tanto, Su obra a favor nuestro hace que nuestra salvación esté asegurada. Debido a que es Dios, Su sacrificio en la cruz tiene implicaciones eternas, a diferencia del efecto limitado de los sacrificios de animales del Antiguo Testamento. Jesús, el Dios-hombre, ha expiado nuestros pecados. Ha resucitado de entre los muertos. Podemos poner nuestra confianza en Él debido a Su naturaleza divina.

Por lo tanto, para los lectores del Evangelio de Juan, la pregunta es sencilla, pero significativa: ¿Crees que Jesús es el Señor? Si crees, recibirás vida eterna y algún día vivirás en la presencia de Dios, en un lugar donde ya no habrá dolor, lágrimas ni muerte.