¿Quién escribió el libro?
Mientras que el autor de Lamentaciones permanece anónimo dentro del libro, el peso de la evidencia, tanto dentro como fuera del texto, indica al profeta Jeremías como su escritor. Tanto la tradición judía como la cristiana le atribuyen la autoría a Jeremías. La Septuaginta, la traducción al griego del Nuevo Testamento, incluso agrega una nota que afirma que Jeremías fue el autor. Además, cuando Jerónimo, un padre de la iglesia primitiva, tradujo la Biblia al latín, agregó una nota en la que hacía la misma afirmación.
El nombre del libro en hebreo, Ekah, es una expresión de aflicción y tristeza, un grito de lamento, y puede traducirse como «¡Ay!» o «¿Cómo?». Lectores y traductores posteriores de la colección de poemas la denominaron «Lamentaciones» por el significado claro y evocativo de esta palabra. Es esta idea de lamentarse la que, para muchos, vincula a Jeremías con el libro. El autor no solo presencia los resultados de la reciente destrucción de Jerusalén, sino que también parece haber presenciado la invasión en sí (Lm 1:13-15). Sabemos que Jeremías estuvo presente en ambos acontecimientos.
¿Dónde nos encontramos?
En este libro los lamentos se centran en la destrucción de Jerusalén tras la invasión babilónica en 586 a. C. Debido a la cruda emoción que Jeremías expresa a lo largo de sus páginas, tiene sentido fechar el libro tan cerca de la invasión como sea posible, es decir, a finales de 586 o a principios de 585 a. C. Lamentaciones comienza con estas palabras: «Jerusalén, antes colmada de gente, ahora está desierta» (Lm 1:1). Mientras Jeremías caminaba por las calles y los callejones de Jerusalén, no vio más que dolor, sufrimiento y destrucción a causa de la invasión babilónica.
¿Por qué es tan importante Lamentaciones?
Al igual que el libro de Job, Lamentaciones muestra a un hombre de Dios que trata de entender los resultados del mal y del sufrimiento en el mundo. Sin embargo, en tanto que Job lidiaba con un mal inexplicable e inmerecido, Jeremías lamentaba una tragedia provocada en su totalidad por Jerusalén. Los habitantes de esta ciudad —una ciudad que una vez fue grandiosa— estaban experimentando el juicio del Dios santo, y los resultados eran devastadores. Sin embargo, en el corazón de este libro, en el centro de este lamento a causa de los efectos del pecado en el mundo, encontramos unos pocos versículos dedicados a la esperanza en el Señor (Lm 3:21-29). Esta declaración de fe que permanece firme en medio de la oscuridad que la rodea brilla como un faro para todos los que sufren a consecuencia de su propio pecado y desobediencia.
¿Cuál es la idea central?
A medida que la poesía de Lamentaciones envuelve al lector, no puede evitar maravillarse de las muchas maneras distintas en las que Jeremías describió la desolación de la otrora orgullosa ciudad de Jerusalén. Los niños clamaban a sus madres por comida (Lm 2:11-12), en tanto que madres que anteriormente eran compasivas convertían a sus hijos en alimento (Lm 4:10). Los habitantes de Jerusalén —jóvenes y ancianos, hombres y mujeres— yacían en las calles, muertos por las espadas de los babilonios (Lm 2:21). ¡Hasta los caminos de la ciudad (Lm 1:4) estaban de luto por su situación! Jeremías no pudo evitar reconocer el estado deplorable de esta ciudad llena de escombros.
El dolor evidente en la reacción de Jeremías ante esta devastación comunica claramente lo significativo de la terrible condición de Jerusalén. Jeremías, narrando en primera persona, se sentía como un cautivo en una ciudad sitiada, como si Dios mismo lo tuviera como objetivo y rehusara escuchar sus oraciones (Lm 3:7-8, 12). Sin embargo, incluso en esta situación que parecía completamente carente de esperanza, de alguna manera encontró esperanza en Dios (Lm 3:21-29).
¿Cómo aplico esto?
Lamentaciones nos hace recordar lo importante que es no solo llorar por nuestros pecados, sino también pedir del Señor Su perdón cuando le fallamos. Mucha de la poesía de Jeremías en este libro trata de los ladrillos caídos y el mortero agrietado de esta ciudad devastada. ¿Ves algo de esa destrucción en tu propia vida? ¿Estás llorando por el pecado que te ha llevado hasta este punto? ¿Te sientes devastado por fuerzas externas? ¿Necesitas algo de esperanza del Señor? Acude a Lamentaciones. Aquí encontrarás a alguien que está consciente de las consecuencias del pecado y que se entristece por sus repercusiones, pero que ha puesto su esperanza y su confianza en el Señor.
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