¿Quién escribió el libro?
Malaquías, el último libro del Antiguo Testamento, recibe su nombre de su autor (Ml 1:1). En hebreo, el nombre de Malaquías significa «mi mensajero», lo que enfatiza el papel de Malaquías como profeta del Señor, entregando el mensaje de Dios a Su pueblo. Malaquías no ofrece otra información de identificación sobre sí mismo, y omite datos que típicamente proveían otros profetas, como el nombre de su padre o el líder de Israel en ese tiempo.
Sin embargo, con base en el contenido del libro, llega a ser claro que Malaquías entregó su mensaje de juicio a una audiencia viviendo en Judá que habría estado familiarizada con la adoración en el templo de Jerusalén (Ml 2:11). El pueblo de Judá se había alejado de la genuina adoración del Señor, lo que los había dejado bajo juicio y con la necesidad de ser salvos.
¿Dónde nos encontramos?
Por las palabras de Malaquías es claro que él le estaba escribiendo al pueblo de Judá (Ml 2:11), pero el escenario histórico se aclara aún más cuando consideramos Malaquías 1:8. Aquí, el profeta usó la palabra persa para «gobernador», lo que indica que escribió entre el 538 a. C. y el 333 a. C., cuando el Imperio persa gobernaba la Tierra Prometida. Malaquías también escribió sobre la corrupción en los sacrificios del templo, lo cual significa que probablemente entregó su mensaje muchos años después de que los judíos habían reconstruido el templo en el 515 a. C. Las preocupaciones del profeta reflejan de las de Nehemías; esto sugiere que Malaquías profetizó al pueblo en el tiempo en que Nehemías estuvo alejado de la ciudad por varios años, comenzando en el 432 a. C. (Ne 13:6).
¿Por qué es tan importante Malaquías?
Malaquías ofrece un vistazo a los corazones de hombres y mujeres judíos, quienes habían sido elegidos de manera especial por Dios y eran descendientes de Abraham y herederos de la rica tradición del pueblo hebreo. Su historia narraba glorias como el éxodo de Egipto y la fidelidad de Dios con el rey David. Sin embargo, también habían experimentado el juicio de deambular por el desierto y la vergüenza de ser exiliados de la Tierra Prometida.
En la época de Malaquías, unos mil quinientos años después de la época de Abraham, los judíos tenían de su lado la ventaja y el peso de la historia. Ellos podían ver las recompensas resplandecientes de la fidelidad y los castigos asociados con el juicio, aun hasta el punto de haber sido arrancados de su tierra. No obstante, a pesar de toda esa perspectiva, el libro de Malaquías nos enseña que ellos todavía se desviaron del camino del Señor. Ellos necesitaron la intervención de Dios ahora más que nunca. Por lo tanto, este libro, una declaración final de juicio de parte de uno de los profetas del Antiguo Testamento, anticipa la obra salvadora de Dios a través del Mesías, Jesucristo.