
¿Quién escribió el libro?
La tradición judía identifica al propio Nehemías mismo como el autor principal de este libro histórico. Gran parte del libro está escrito desde su perspectiva en primera persona. No se sabe nada sobre su juventud; lo llegamos a conocer como un adulto que servía en la corte real persa como el copero personal del rey Artajerjes (Ne 1:11–2:1). Esta posición prestigiosa revela algo del carácter recto de Nehemías. Aunque permaneció en Persia después de que a los exiliados se les había permitido regresar a su tierra, estaba muy interesado en la situación en Judá (su hermano Hananí había regresado allá anteriormente; Ne 1:2).
El libro de Nehemías podría leerse como una continuación del libro de Esdras, y algunos eruditos creen que los dos fueron originalmente una sola obra. Es posible que Esdras compilara los relatos originales de Nehemías con material adicional para crear el libro de Nehemías. Sin embargo, la mayoría de los eruditos creen que Nehemías mismo escribió el libro.
¿Dónde nos encontramos?
El libro de Nehemías comienza en la ciudad persa de Susa en el año 444 a. C. Más adelante en ese mismo año, Nehemías viajó a Judá, dirigiendo el tercero de tres retornos del pueblo judío después de sus setenta años de exilio en Babilonia. (Esdras cuenta la historia de los primeros dos retornos). La mayor parte del libro se centra en acontecimientos en Jerusalén. La narración concluye alrededor del año 430 a. C., y los eruditos creen que el libro se escribió poco después.
Nehemías registra los últimos acontecimientos históricos del Antiguo Testamento. Aunque el libro de Ester aparece después de Nehemías en el canon, los sucesos en el libro de Ester ocurrieron en el período entre Esdras 6 y 7, entre el primer y el segundo retorno del pueblo a Judá.
¿Por qué es tan importante Nehemías?
Nehemías era un laico, no un sacerdote como Esdras, ni un profeta como Malaquías. Servía al rey persa en un puesto secular antes de dirigir a un grupo de judíos en su viaje a Jerusalén, con el propósito de reconstruir la muralla de la ciudad. Su familiaridad con la política demostró ser muy importante para poder guiar a la comunidad judía mientras esta se esforzaba por reconstruir.
Bajo el liderazgo de Nehemías, los judíos soportaron oposición y se unieron para reconstruir las murallas de Jerusalén. Nehemías dirigió con el ejemplo, renunciando a una posición respetable en un palacio por el trabajo arduo en un distrito políticamente insignificante. Se unió a Esdras, quien también aparece en este libro, para fortificar los fundamentos políticos y espirituales del pueblo. La humildad de Nehemías ante Dios (véase sus conmovedoras oraciones intercesoras en Nehemías 1 y 9) proveyó un ejemplo para el pueblo. No reclamó gloria para sí mismo, sino que siempre le dio el mérito a Dios por sus éxitos.
¿Cuál es la idea central?
Nehemías registró un relato sobre la reconstrucción de Jerusalén, la ciudad capital de Judá. Juntos, él y Esdras —quien dirigió el avivamiento espiritual del pueblo— dirigieron la restauración política y religiosa de los judíos en su tierra ancestral después del cautiverio en Babilonia.
La vida de Nehemías provee un buen estudio sobre el liderazgo. Superó la oposición de personas fuera de la comunidad, así como la agitación interna. Ejerció sus habilidades administrativas en su estrategia de usar a la mitad del pueblo para construir y a la otra mitad para montar la guardia contra los samaritanos, que, bajo Sanbalat y Tobías, habían amenazado con atacar (Ne 4). Como gobernador, Nehemías negoció la paz entre los judíos que estaban descontentos con los impuestos persas. Exhibió una determinación firme para completar sus metas. Alcanzar esas metas resultó en un pueblo animado, renovado y emocionado por su futuro.
¿Cómo aplico esto?
Nehemías nos muestra la clase de impacto significativo que una persona puede tener en una nación. Nehemías trabajó en puestos seculares, donde usó su posición para restablecer entre los judíos el orden, la estabilidad y un enfoque apropiado en Dios.
Dios usa todo tipo de personas en todo tipo de lugares haciendo todo tipo de trabajo. ¿Sientes que tienes que estar «en el ministerio» para servir a Dios? Anímate; Él no se limita por tu vocación. Ten esta actitud en cuanto a tu trabajo: «Y todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús y den gracias a Dios Padre por medio de él» (Col 3:17).