¿Quién escribió el libro?

Pablo escribió 2 Corintios en un tiempo de vulnerabilidad en su vida. Se había enterado de que la iglesia de Corinto experimentaba luchas, e intentó actuar para conservar la unidad de ese cuerpo local de creyentes. Proliferan los comentarios personales en la carta. Pablo revela detalles sobre la persecución que sufrió por la causa de Cristo, su profundo dolor y preocupación por la iglesia de Corinto, y una misteriosa «espina en la carne» que lo mantenía dependiente de Dios (2 Corintios 12:5-10).

¿Dónde nos encontramos?

Después de haber enviado a Timoteo desde Éfeso para entregar la carta que conocemos como 1 Corintios, Pablo, preocupado por la iglesia, hizo una visita relámpago a Corinto que no salió bien (2 Corintios 2:1). Después, Pablo regresó a su trabajo en Éfeso, donde escribió una carta apesadumbrada a los corintios, carta que con el tiempo se perdió (2 Corintios 2:3-11; 7:8). Luego Pablo salió para Macedonia. Una vez allí, recibió de Tito un buen informe sobre los corintios (2 Corintios 7:13), lo cual causó que Pablo les escribiera una cuarta carta que llamamos 2 Corintios. El apóstol compuso esta carta cerca del final del año 55 d. C. mientras estaba en Macedonia, posiblemente en la ciudad de Filipos.

¿Por qué es tan importante Segunda de Corintios?

Esta carta ofrece una gran cantidad de información personal sobre la vida de Pablo que no se encuentra en ningún otro libro del Nuevo Testamento. También, revela claramente el plan de Dios de que Su pueblo dé generosamente a los necesitados (2 Corintios 8–9). Pablo se enfoca primero en el ejemplo generoso de las iglesias macedonias, mayormente gentiles, que ofrendaron para sus hermanas y hermanos cristianos judíos de Jerusalén. Luego, exhorta a los creyentes corintios a que hagan donaciones propias para la colecta para la iglesia de Jerusalén. Varias realidades sobre la ofrenda cristiana quedan claras en estos dos capítulos: los cristianos deben dar generosa y sacrificialmente, los cristianos deben dar de su dinero para los necesitados dondequiera que estén y quienesquiera que sean, los cristianos deben cumplir sus compromisos de ofrendar, y los cristianos deben dar alegremente y no bajo coacción.

¿Cuál es la idea central?

La iglesia en Corinto había estado lidiando, en tiempos recientes, con divisiones y disputas. Después de escribir 1 Corintios, Pablo hizo una visita a Corinto para explicar sus enseñanzas, pero algunos en la iglesia se habían resistido a su mensaje. Para cuando Pablo escribió 2 Corintios, muchos en la iglesia querían reconciliarse con él (2 Corintios 7:5-7). Sin embargo, parece que algunas personas seguían cuestionando sus enseñanzas (2 Corintios 10).

Pablo sintió la necesidad de articular una defensa de su apostolado y su mensaje. Pareciera que algunos en la iglesia habían tomado su mansedumbre entre ellos como una señal de debilidad moral o de falta de autoridad (2 Corintios 10:1-2). Estas acusaciones llevaron a que Pablo se defendiera argumentando que él estaba al mismo nivel de importancia que los demás apóstoles, que tenía un conocimiento profundo de la fe cristiana, que había sufrido profundos castigos físicos en el nombre de Cristo, y que había recibido visiones y revelaciones de Dios (2 Corintios 11:1–12:13).

¿Cómo aplico esto?

El mensaje de Pablo para los corintios llegó tras el arrepentimiento de ellos por las divisiones y disputas, y el mensaje para nosotros hoy es claro: vivir en unidad requiere que nos perdonemos unos a otros con humildad y que sigamos a nuestros líderes como ellos siguen a Dios. Segunda de Corintios nos recuerda que cuando nos lastimamos unos a otros es necesario que nos perdonemos unos a otros (2 Corintios 2:7).

¿De qué manera lucha usted para perdonar a otros o para seguir a sus líderes piadosos? Un sentido exagerado del yo a menudo nos lleva a seguir nuestro propio camino o a mantener viva nuestra frustración y enojo en cuanto a las decisiones que toman otros. Sin embargo, el comentario que hace Pablo del ministerio de reconciliación de Jesús (2 Corintios 5:16-21) nos recuerda que debemos buscar la reconciliación. Evite la trampa de la desunión en relación con los líderes y con otros creyentes. En cambio, al igual que Pablo, esfuérzese por vivir en humildad con todas las personas.