Servimos a un Rey que no podemos ver con nuestros ojos, y seguimos una voz que no escuchamos con los oídos, sino con el corazón. Muchas veces sentimos que Dios nos está pidiendo caminar por caminos que no entendemos del todo. Y en ese proceso de buscar Su dirección, atravesamos cambios profundos que solo podemos abrazar si dependemos del poder del Espíritu. Esos cambios, aunque incómodos, son necesarios para obedecer Su voluntad.