Quizás la tentación más grande, en lo que se refiere a las cosas espirituales, es permanecer pasivo y distante. Al mantener nuestra distancia nos sentimos seguros de todo riesgo, libres de todo peligro, y siempre dispuestos a mantener una perspectiva teórica de lo que está sucediendo. Esta ha sido una de las respuestas más antiguas y comunes en la historia de la iglesia. Alguien dividió el mundo en tres categorías: los pocos que hacen que las cosas sucedan, los muchos que ven que las cosas suceden y la vasta mayoría que no tienen idea de lo que está sucediendo en el mundo. La iglesia de tesalónica del primer siglo estaba estancada debido a aquellos que habían dejado sus responsabilidades, se rehusaban a trabajar y se volvían una carga para los demás. Hoy aprenderemos algunas cosas en cuanto a ellos y las advertencias que recibieron, mismas que son aplicables a nosotros también.
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