Siendo terrícolas, nuestra atención a menudo se centra en las dificultades de la vida. Nos enfocamos principalmente en nosotros mismos y no en Dios, en nuestra miseria en lugar de su misericordia. Mientras eso es entendible, es lamentable, porque hay una anchura en la misericordia de Dios; hay una gracia abundante en su toque especial. Lamentaciones 3 nos recuerda de la bondad incesante del Padre, de la compasión que no falla y de su gran fidelidad. Estos recordatorios son un tanto oscuros, rodeados de dolorosas dificultades, devastación personal, pérdida de la felicidad y una aflicción tormentosa. Ninguno de nosotros tendrá dificultad alguna para identificarse con las palabras de Jeremías en este pasaje.
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