Una que otra vez, todos hemos disfrutado el efímero placer que produce el pecado. El pago por el pecado no solamente nos afecta a nosotros sino también a aquellos con los que vivimos y trabajamos. Y por si esto no fuera poco, las Escrituras testifican que nuestra desobediencia al Señor puede también traer ruina a nuestro vecindario, ciudad y país en el que vivimos. Sabiendo cómo actuamos los seres humanos, el Señor, en su maravillosa gracia, ha inspirado y preservado el libro de las Lamentaciones de Jeremías, el cual registra las consecuencias devastadoras que fluyen de la rebelión de Judá contra Dios. Nos ayuda a recordar que debemos tomar el pecado muy seriamente.
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