¿Qué le viene a la mente cuando piensa en la palabra «santidad»? Tanto en la iglesia como en la sociedad, está de moda preferir a un dios que sea predecible, no misterioso; un dios que nos haga sentir cómodos, no uno que nos haga estremecernos, un dios un poquito más santo que los humanos, pero no demasiado santo. En pocas palabras, queremos un Dios como nosotros, solo que un poco mejor. Pero esa es una manera absurda de pensar. Tal como lo aprenderemos en el estudio de hoy, nuestro Dios quiere revelarnos la hermosura de Su santidad para que, a través de ella, podamos ver la fealdad de nuestra pecaminosidad. Pero al mismo tiempo, Dios nos motiva a consagrarnos para ser santos, como Él es santo.
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