Un problema surge cuando pensamos que debido a que el mensaje del evangelio es inmutable, los métodos que la iglesia utiliza para comunicarlo tampoco deben cambiar. La forma en cómo adoramos se ha vuelto tan importante como a quién adoramos. Con el tiempo, hemos terminado defendiendo nuestros puntos de vista obsoletos acerca del ministerio con la misma tenacidad con que defendemos las Escrituras. Vemos a las nuevas ideas con una mirada de sospecha, nos escudamos en los rituales tradicionalistas y nos resguardamos detrás de los muros de concreto de nuestras mentes cerradas. Es en momentos así cuando el cambio se hace indispensable.
Un Mensaje en CD o MP3
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