Existe una vasta diferencia entre mirar cómo las cosas suceden y hacer que las cosas sucedan. En las iglesias grandes, las actividades que ocurren pueden fácilmente convertirse en un deporte de espectadores, con unos cuantos creyentes exhaustos y quemados a punto de tirar la toalla, mientras que la mayoría sólo se sienta y observa todo a distancia. Aunque esto sea tan común, es muy distinto a la idea original de cómo debía funcionar el cuerpo de Cristo. En esta breve serie de estudios, hemos estado hablando de los problemas de ser un espectador y de cómo podemos superar la inercia congregacional. Los antiguos hebreos fueron forzados a trabajar unidos y a involucrarse al tomar posesión de la tierra de Canaán. Aprendamos de su ejemplo algunas directrices prácticas para cada uno de nosotros.
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