
¿Quién escribió el libro?
Si bien Mateo no firmó este Evangelio con su nombre, la iglesia primitiva de manera uniforme da fe que él fue el autor. El nombre de Mateo aparece en todas las listas bíblicas de los doce apóstoles, aunque Marcos y Lucas usan Leví cuando se refieren a él. La tradición de la iglesia primitiva registra que Mateo escribió su Evangelio y luego se trasladó a la India como misionero.
El oficio anterior de Mateo como cobrador de impuestos lo diferenció de los demás apóstoles, e inmediatamente después de que fue llamado a seguir a Jesús, Mateo organizó en su hogar una fiesta para Jesús, con una lista de invitados compuesta de compañeros cobradores de impuestos y otros amigos pecadores (Mt 9:9-13). Aparentemente, a Mateo no le pareció extraño que Jesús, el Mesías, se relacionara con los pecadores y los marginados de la sociedad.
¿Dónde nos encontramos?
De los cuatro Evangelios, el Evangelio según Mateo es el más enfocado en los judíos. Mateo recurre regularmente a los escritos de los profetas del Antiguo Testamento en un esfuerzo por ilustrar la identidad de Jesús como el Mesías largamente esperado (véase, por ejemplo, Mt 1:22-23; 2:5-6, 17-18; y 3:3). Las cinco porciones más importantes en que vemos las enseñanzas de Jesús (Mt 5–7, 10, 13, 18 y 24–25) evocan los cinco libros del Pentateuco (de Génesis a Deuteronomio). Además, Mateo presenta a Jesús como alguien que enseña y hace milagros como Moisés, la figura más importante de la historia y tradición judía. Este es otro indicio de que Mateo está tratando de presentar a Jesús como el Mesías (véase Dt 18:15).
El Evangelio de Mateo ha sido particularmente difícil de fechar, pero varios factores apuntan a una fecha entre el 65 d. C. y el 70 d. C. En primer lugar, el libro no hace mención de la destrucción del templo, lo que ocurrió en el 70 d. C. Un evento catastrófico como ese probablemente habría recibido algún comentario si ya hubiera ocurrido, en particular en un libro con una influencia judía muy clara. El evidente carácter judío del libro también sugiere que fue escrito en una época antes de que la relación entre las sinagogas y los cristianos que adoraban en ellas se deteriorara, lo cual ocurrió a finales del primer siglo. Por último, muchos eruditos creen que el Evangelio de Marcos fue el primero en ser escrito (siendo posible que fuera entre el 59 d. C. y el 65 d. C.), y es probable que el de Mateo fuera escrito poco tiempo después.
¿Por qué es tan importante Mateo?
El apóstol Mateo, un judío, ofrece un punto de vista decididamente judío sobre el ministerio de Jesús. Incluye más de cincuenta citas directas del Antiguo Testamento, e incluso más alusiones indirectas. Esto excede la cantidad que se da en cualquier otro de los Evangelios, e indica que Mateo tenía en mente al pueblo judío cuando se sentó a escribir. Las extensas conexiones que muestra Mateo entre Jesús y el Antiguo Testamento proporcionan una amplia evidencia profética para el ministerio de Jesús, y también brindan a los lectores contemporáneos un vistazo de cómo la audiencia que tuvo Mateo en el primer siglo consideró el Antiguo Testamento con una mentalidad centrada en Cristo.
¿Cuál es la idea central?
Mateo escribió este Evangelio para dar una respuesta a una pregunta persistente: «Si Jesús es el Mesías, el Rey de los judíos, ¿por qué no ha venido el reino prometido?». Mateo muestra que Jesús era y es, de hecho, el Rey, el Mesías que Israel había esperado durante mucho tiempo. Esta preocupación se refleja en su enunciado inicial: «El siguiente es un registro de los antepasados de Jesús el Mesías, descendiente de David y de Abraham» (Mt 1:1). A partir de allí, de forma constante Mateo lleva a sus lectores al Antiguo Testamento, y proporciona testimonio del Antiguo Testamento sobre el nacimiento de Jesús, Belén como la ubicación del nacimiento de Jesús, la huida a Egipto, el asesinato de los bebés por Herodes y el inicio del ministerio de Jesús. En un mundo en el que muchos de la comunidad judía habían tratado de reclamar el papel del Mesías para sí mismos, el compromiso asumido por Mateo de fundamentar la vida de Jesús en el Antiguo Testamento eleva a Jesús por encima de la multitud de falsos mesías. El apóstol pinta un retrato de nuestro Señor que resalta Su singularidad entre todos los demás que alguna vez han caminado sobre esta tierra.
¿Cómo aplico esto?
Después de experimentar cuatrocientos años de silencio profético, el pueblo de Dios debe haberse preguntado si Él los había abandonado. El pueblo se encontró sin un solo profeta genuino o vocero de Dios. Sin embargo, los ministerios de Juan el Bautista y de Jesús le hicieron recordar al pueblo de Dios que Él no se había olvidado de ellos. El silencio de Dios durante ese período solo fue un precursor del acto mayor de Su plan redentor. Dios no se había olvidado; Él siempre se acuerda de Su pueblo. Mateo deja eso claro. La pregunta no es si Dios está o no está con nosotros, sino, más bien, si nosotros estamos con Él. Dios envió a Jesús para inaugurar Su reino en Israel, pero Su propio pueblo lo rechazó como Mesías.
Era cierto que en ese entonces Dios no se había olvidado de Su pueblo, y en definitiva, sigue siendo cierto hoy. ¿Sientes a veces que Dios te ha abandonado o que se mantiene en silencio a pesar de tus súplicas? Al leer las páginas de Mateo, no solo vemos a Jesucristo revelado como nuestro Rey y Mesías, sino que Su venida a la tierra como Dios hecho carne también nos recuerda Su profundo amor por nosotros. Ahora resucitado y ascendido, Él siempre estará con nosotros, aun hasta el fin de los tiempos (Mt 28:20). ¿Elegiremos nosotros estar siempre con Él?