¿Quién escribió el libro?

Como ocurre con el resto del Pentateuco, la tradición hebrea y cristiana le atribuye universalmente la autoría del libro de Números a Moisés. Él es la figura central del libro, y por lo menos en dos ocasiones Números menciona que él registra acontecimientos por órdenes del Señor (Nm 33:2; 36:13).

«Números» es la traducción de Arithmoi, del nombre del libro en la Septuaginta (la antigua traducción al griego del Antiguo Testamento), titulado así porque el libro contiene muchas estadísticas, conteos de población, figuras tribales y sacerdotales y otros datos numéricos. La versión hebrea lleva un nombre que surge de la primera frase del libro y significa «en el desierto». Esa es quizá la descripción más exacta del contenido del libro, el cual sigue a los israelitas durante los casi cuarenta años en que vagaron en el desierto.

¿En dónde nos encontramos?

Los acontecimientos del libro de Números comenzaron en el segundo año después de que los israelitas salieron de Egipto, cuando acamparon junto al monte Sinaí, alrededor de 1444 a. C. (Nm 1:1). La narración termina treinta y ocho años después «en las llanuras de Moab junto al río Jordán, frente a Jericó» (Nm 36:13) en 1406 a. C. Números registra la larga deambulación del pueblo en
el desierto, su tiempo en el oasis de Cades-barnea y, finalmente, su llegada a la orilla del río Jordán, frente a la Tierra Prometida.

El Señor dirigió el mensaje de Números a la nueva generación, los hijos de los exesclavos que habían escapado a través del mar Rojo. Con la excepción de Josué, Caleb y Moisés, la generación mayor —todos los que tenían más de veinte años en la época del primer censo— murió antes de que se completara Números, debido a su desobediencia e incredulidad (véase Nm 14:21-30). Moisés completó el libro antes de su muerte (véase Dt 31:24).

¿Por qué es tan importante Números?

Números lleva al lector por un camino largo y zigzagueante a través de un desierto de detalles
minuciosos. El libro registra resultados de censos de todas las doce tribus, no solamente una vez, sino dos veces; documenta las instrucciones sacerdotales para el trato del arca del pacto y el tabernáculo; e incluso detalla la ubicación de las tribus cuando acampaban. Pero en medio de todo, no podemos dudar de la dirección constante de Dios sobre la nación.

Como historia de la nación de Israel todavía no establecida en la tierra que se les había prometido hacía mucho tiempo, este libro describe acontecimientos significativos que a veces se mencionan más adelante en las Escrituras. Josué y Caleb, de los doce espías, son los únicos que animan a Israel a tomar posesión de la tierra (Nm 13–14; Jos 14:7); Moisés golpea una roca y el agua brota (Nm 20:11;
Sal 105:41; 106:32); Moisés levanta una serpiente de bronce en un poste para que los israelitas que creen puedan ser sanados de las mordidas de serpientes (Nm 21:6-9; Jn 3:14); y Balaam es reprendido por su burra (Nm 22:21-34; Ap 2:14).

¿Cuál es la idea central?

En este libro descubrimos cómo el pueblo de Israel puso a prueba la paciencia de Dios, y Él, a cambio, puso a prueba la resistencia y fidelidad de ellos. Aunque el pueblo falló muchas veces, Dios demostró Su propia fidelidad con Su presencia constante guiándolos por el camino: por medio de una nube de día y una columna de fuego por la noche.

Más que solo una lección de historia, el libro de Números revela cómo Dios le hizo recordar a Israel que Él no tolera la rebeldía, las quejas y la incredulidad sin que haya consecuencias. Le enseñó a Su pueblo a caminar con Él: no solo con sus pies en el desierto, sino con sus bocas en adoración, sus manos en servicio y sus vidas como testigos a las naciones vecinas. Él era su Dios, ellos eran Su pueblo, y Él esperaba que ellos vivieran como lo que eran. Los lectores modernos pueden sacar de Números no solo una historia detallada de los primeros días de Israel, sino también un sentido renovado de cuánto Dios se deleita en la obediencia. Él también es nuestro Dios, y quiere que nosotros vivamos rectamente, adorándolo con nuestras palabras y acciones.

¿Cómo aplico esto?

El viaje de los israelitas por el desierto llamó la atención de Pablo cuando escribió su primera carta a la iglesia de Corinto. «Esas cosas sucedieron —escribió en 1 Corintios 10:6— como una advertencia para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo como hicieron ellos».

¿Ves algún parecido entre los israelitas refunfuñones e insubordinados y tú? ¿Cómo puedes evitar seguir su ejemplo? Con humildad y sinceridad, ora por un corazón blando que esté abierto a la mano guiadora de Dios.

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