¿Quién escribió el libro?

Después de que Pablo inició la iglesia de Tesalónica, escribió esta primera carta a los creyentes de ese lugar a los pocos meses de haberse ido. En Hechos, Lucas registra que en tres días de descanso Pablo predicó a los judíos en la sinagoga local (Hechos 17:2). Sin embargo, la mayoría de los eruditos creen que Pablo no solamente pasó tres semanas con los tesalonicenses, sino alrededor de tres meses, porque estuvo allí lo suficiente como para recibir más de una ofrenda de la iglesia filipense (Filipenses 4:15-16). Además, queda evidente que el ministerio de Pablo alcanzó no solo a los judíos sino también a los gentiles. Eran los gentiles de la iglesia quienes se habían apartado de la idolatría, algo que no era un problema particular entre los judíos de ese tiempo (1 Tesalonicenses 1:9).

¿Dónde nos encontramos?

Pablo escribió su primera carta a la iglesia tesalonicense desde la ciudad de Corinto, alrededor del 50 d. C., apenas unos meses después de haber predicado allí en su segundo viaje misionero. Cuando fueron forzados a salir de Tesalónica, Pablo, Silas y Timoteo viajaron a Atenas, pasando por Berea. Después de un corto tiempo en Atenas, Pablo sintió la necesidad de recibir un informe de la recién nacida iglesia de Tesalónica. Envió a Timoteo de regreso para servir y ministrar a los creyentes de allí. Pablo quería constatar cómo seguía la fe de los tesalonicenses, porque se preocupaba de que falsos maestros pudieran haberse infiltrado entre ellos. Sin embargo, Timoteo regresó pronto con un buen informe, lo cual provocó que Pablo escribiera 1 Tesalonicenses como una carta de ánimo para los nuevos creyentes.

¿Por qué es tan importante Primera de Tesalonicenses?

A todos les gustaría saber algo de lo que el futuro depara. ¡Cuánto más cuando se trata del fin de todo el mundo! Primera de Tesalonicenses les proporciona a los cristianos el pasaje bíblico más claro sobre el Rapto venidero para los creyentes, un acontecimiento que inaugurará los siete años de Tribulación. En el Rapto, Cristo descenderá del cielo por Su pueblo. Los muertos en Cristo resucitarán primero, en tanto que los que todavía vivan seguirán inmediatamente después. Todos los creyentes se encontrarán con Jesús en el aire para comenzar una eternidad junto al Señor (1 Tesalonicenses 4:16-18).

¿Cuál es la idea central?

Impresionado por la fidelidad de los creyentes tesalonicenses al enfrentar la persecución, Pablo escribió para animarlos, con la meta de que ellos continuaran creciendo en santidad. Pablo sabía que ellos habían estado expuestos a enseñanzas desviadas de parte de los que se oponían al camino de Jesucristo y a la gracia de Dios. También entendía que a menos que la joven iglesia continuara madurando en su fe, el peligro solamente aumentaría con el tiempo.

Con eso en mente, Pablo les enseñó a ellos que, al fin y al cabo, todo crecimiento espiritual estaría motivado por su esperanza en el regreso de Jesucristo. Pablo nunca les dijo que salieran adelante por sus propios esfuerzos, porque sabía que, en última instancia, lo que inspira el cambio es un andar constante en el poder del Espíritu de Dios. A este grupo de cristianos jóvenes con preguntas e incertidumbres, Pablo les ofrece la esperanza del regreso de Cristo, y les provee consuelo en medio de las preguntas y motivación para una vida piadosa.

¿Cómo aplico esto?

¿Ha sentido alguna vez que su fe cristiana se ha vuelto insípida? ¿O que se está muriendo en la vid cuando preferiría florecer en el servicio del Señor? La primera carta de Pablo a los tesalonicenses es el remedio perfecto para el desgano. Su enfoque en el regreso de Cristo provee agua al alma sedienta, estimulando el crecimiento hacia la madurez al proveer esperanza en medio del sufrimiento o de la incertidumbre.

Las instrucciones específicas y prácticas de Pablo sobre el proceso de santificación pueden ser aplicadas directamente a nuestras circunstancias actuales. Cuando nos aferramos a nuestra esperanza en Cristo, esto puede producir resultados concretos en nuestra vida: nos motiva a evitar el pecado sexual, apreciar a los cristianos que sirven a nuestro favor, rehusar devolver mal por mal, estar siempre alegres, orar sin cesar y estar agradecidos en todas las circunstancias (1 Tesalonicenses 4:3-7; 5:12-18). Este listado, por supuesto, no es exhaustivo. No obstante, ofrece ejemplos con la meta de que cada cristiano debe tener la expectativa de crecer en santidad a lo largo de su vida.

Artículos Relacionados