Casi todas las vocaciones y ocupaciones conllevan riesgos laborales. Algunos peligros son sutiles, pero otros son evidentes, como los que enfrentan los que limpian ventanas de rascacielos, los policías y bomberos, los médicos y enfermeras. Todos pueden percibir fácilmente los peligros en estos y muchos otros trabajos. Pero ¿quién pensaría que ser un siervo de Dios también podría ser peligroso? Es más peligroso, tal vez, de lo que la mayoría de la gente piensa. Y esto se debe en gran parte a algunos conceptos erróneos que nos dejan ciegamente vulnerables a los peligros del servicio.
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