¿Quién escribió el libro?

El autor de Eclesiastés se identifica con la palabra hebrea Cohelet, que se traduce como «el Maestro». A pesar de dar solo este misterioso nombre para indicar la identidad del escritor, las evidencias en el libro, junto con la mayoría de la tradición judía y cristiana, sugieren que el rey Salomón escribió Eclesiastés.

El Maestro se describe a sí mismo como el «hijo del rey David y gobernante de Jerusalén» (Eclesiastés 1:1), alguien que es «más sabio que todos los reyes que gobernaron Jerusalén antes que yo» (Eclesisastés 1:16), y alguien que ha recopilado muchos proverbios (Eclesiastés 12:9). Salomón siguió a David en el trono en Jerusalén, y fue el único de los hijos de David que gobernó la nación de Israel (a diferencia de solamente Judá). Fue el hombre más sabio del mundo durante su época (1 Reyes 4:29-30) y escribió la mayor parte del libro de Proverbios (Proverbios 1:1; 10:1; 25:1). Todos estos factores hacen que la identificación de Salomón como el Maestro parezca probable.

¿Dónde nos encontramos?

Ya que es muy probable que Salomón fuera el autor de este libro, sabemos que tuvo que haber sido escrito en algún momento antes de su muerte en el 931 a. C. El mensaje de Eclesiastés llega de alguien que mira en retrospectiva una vida que tenía muchas experiencias, pero pocas recompensas duraderas. Como rey, Salomón tuvo la oportunidad y los recursos para buscar las recompensas de la sabiduría, el placer y el trabajo. Sin embargo, el tono hastiado del mundo de la escritura sugiere que más adelante en su vida, él reflexionaba sobre su pasada insensatez con pesar y quiso guiarnos hacia una vida mejor y más sencilla que se vive a la luz de la dirección de Dios (Eclesiastés 12:13-14).

¿Por qué es tan importante Eclesiastés?

Eclesiastés presenta una visión de la vida desde una perspectiva completamente humana, pero al final, el Maestro reconoce el gobierno y reinado de Dios en el mundo. La calidad humanística del libro lo ha hecho especialmente popular. Eclesiastés atrae a lectores que son jóvenes y que tratan de discernir el propósito y significado de sus vidas, pero también atrae a hombres y mujeres que han visto más que su justa porción de dolor e inestabilidad, pero que todavía se aferran a su esperanza en Dios.

¿Cuál es la idea central?

Eclesiastés, como mucho de la vida, es una jornada de un punto a otro. Salomón articula su punto inicial al principio del libro: «Nada tiene sentido. . . ¡Ningún sentido en absoluto!» (Eclesiastés 1:2). Estas palabras indican la futilidad total de la vida como él la veía. Nada podía aliviar su sensación de sentirse perdido en el mundo, porque ya había probado una gran cantidad de remedios comunes, desde el placer hasta el trabajo y el intelecto. Buscar la vida sin buscar a Dios no tiene sentido.

Sin embargo, incluso en la desesperada búsqueda de significado y sentido en la vida del autor, Dios permanece presente. Por ejemplo, leemos las afirmaciones de Salomón que Dios provee comida, bebida y trabajo (Eclesiastés 2:24); que tanto el pecador como la persona justa viven a la vista de Dios (Eclesiastés 2:26); que las obras de Dios son finales (Eclesiastés 3:14); y que Dios empodera a las personas para que disfruten Su provisión (Eclesiastés 5:19). Al final, la gran verdad de Eclesiastés está en el reconocimiento de la  mano de Dios siempre presentes en nuestras vidas. Incluso cuando la injusticia y la incertidumbre amenazan con abrumarnos, podemos confiar en Dios y seguirlo (Eclesiastés 12:13-14).

¿Cómo aplico esto?

Todos deseamos significado en la vida. A menudo, esta búsqueda nos lleva por caminos sinuosos, de subes y bajes, llenos de explosiones de satisfacción que resplandecen por algún tiempo, pero que, a fin de cuentas, se desvanecen En cierto sentido, es satisfactorio ver que esta experiencia hace eco en todo Eclesiastés. Una aprecio por nuestra humanidad común surge al leer las páginas de este libro. Nos identificamos con la jornada de Salomón porque, para muchos de nosotros, es el nuestro. Cuando tratamos de encontrar sentido buscando el placer, comprometiéndonos con un trabajo, o explorando las profundidades intelectuales, todos finalmente nos damos cuenta de que cada una de estas búsquedas es un callejón sin salida.

Eclesiastés nos muestra a un hombre que pasó por este proceso y salió al otro lado con una perspectiva más sabia, más sazonada. Rodeados de la tentación de proclamar que la vida es vacía, encontramos en Eclesiastés una cosmovisión moderada por la experiencia y finalmente vista a través de lentes coloreados divinamente. La vida está destinada a permanecer insatisfactoria si no reconocemos la intervención de Dios. Debemos decidir si colocaremos o no nuestra confianza en Sus manos seguras y capaces.

¿Ha luchado con búsquedas mal orientadas en la vida? ¿Carece su vida del significado y el propósito que desea? Escuche las palabras de Salomón, y permítales animarle a colocar su confianza solamente en el Señor.

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