¿Quién escribió el libro?

El profeta Hageo registró sus cuatro mensajes al pueblo judío de Jerusalén en el 520 a. C., dieciocho años después de que regresaron del exilio en Babilonia (538 a. C.). Hageo 2:3 parece indicar que el profeta había visto Jerusalén antes de la destrucción del templo y el exilio en el 586 a. C., lo cual significa que tenía una edad de más de setenta años para cuando entregó sus profecías. A partir de estos hechos, la imagen de Hageo comienza a enfocarse con mayor nitidez. Era un anciano que recordaba las glorias de su nación, un profeta empapado de un deseo apasionado de ver a su pueblo surgir de las cenizas del exilio y reclamar su legítimo papel como luz de Dios a las naciones.

¿Dónde nos encontramos?

Hageo profetizó en una época en que el pueblo de Judea se hallaba sumamente vulnerable. Habían sido humillados por su exilio a Babilonia, estaban esperanzados por su regreso a la Tierra Prometida, pero luego se habían desanimado tanto por la oposición a la reconstrucción del templo que se habían dado por vencidos (Esd 4:24). Ahora, dieciséis años más tarde, Hageo dijo que la falta de comida, ropa y refugio que enfrentaban se debía a que no habían reconstruido el templo. Al final, los judíos que vivían en Judea fueron receptivos hacia este mensaje de reconstruir la casa del Señor.

A diferencia de la mayoría de los profetas, Hageo explícitamente fechó sus profecías hasta el día específico. Dio cuatro mensajes distintos: el primero, el 29 de agosto del 520 a. C. (Hag 1:1); el segundo, el 17 de octubre del 520 a. C. (Hag 2:1); y los últimos dos, el 18 de diciembre del 520 a. C. (Hag 2:10, 20). Estos mensajes animaron al pueblo de Judea a terminar de construir el templo y a tener esperanza en Dios a causa de Su promesa de bendiciones futuras.

¿Por qué es tan importante Hageo?

Después de miles de años, el libro de Hageo sigue siendo único entre los libros de los profetas del Antiguo Testamento por una razón clave: ¡el pueblo obedeció! El mensaje de Hageo sobre la reconstrucción del templo fue apasionado, simple y directo (Hag 1:8). Nadie podía equivocarse en cuanto a si se habían seguido, o no, sus instrucciones, debido a que los resultados serían evidentes para todos. Al reconstruir el templo, el pueblo dio indicaciones de un cambio en sus vidas espirituales: la devoción a sí mismos se tornó en una devoción a Dios.

¿Cuál es la idea central?

Hageo tenía un mensaje importante para los judíos que hacía poco habían vuelto del exilio. Ellos se habían olvidado de su Dios, y a cambio, optaron por enfocarse en sus propios intereses, por lo que ya era hora de que ellos miraran lo que les estaba pasando (Hag 1:5, 7). No había nada más importante para los judíos que demostrar que el Señor estaba en el centro de sus pensamientos y sus acciones, por lo que Hageo les indicó que debían terminar de reconstruir el templo de Dios.

Sin embargo, en lugar de dejarlos solos con la tarea de reconstrucción, Hageo continuó predicándoles a los judíos, animándolos con la esperanza de una gloria futura en el templo y victoria sobre los enemigos del pueblo de Dios (Hag 2:7-9, 21-22). De acuerdo con el mensaje de Hageo, si el pueblo colocaba a Dios en el centro de sus vidas, ellos verían la realización de las bendiciones futuras que Dios tenía guardadas para Su pueblo.

¿Cómo aplico esto?

Los judíos emigrantes que regresaron de Babilonia a su tierra natal enfrentaron una oposición intensa, tanto externa como interna. Esdras 4:1-5 registra la resistencia externa al proyecto de reconstrucción del templo. Primero, los enemigos de los judíos trataron de infiltrarse en las filas de los constructores, y cuando eso no funcionó, implementaron tácticas de amedrentamiento. Hageo, por otra parte, se enfoca en la oposición interna que enfrentaban, a saber, de parte de su propio pecado. Los judíos, sin pensarlo bien, habían colocado sus propios intereses antes que los del Señor, buscando su propia seguridad y protección sin tomar en cuenta la condición de la casa de Dios.

El estímulo de Hageo para reconstruir el templo frente a la negligencia del pueblo trae a la mente la descripción que hizo el apóstol Pablo de los cristianos como templo de Dios y la exhortación, por consiguiente, a construir nuestras vidas sobre el fundamento que es Jesucristo (1 Co 3:9-17). ¿Estás construyendo una vida que refleja tu posición privilegiada como uno en quien mora el Espíritu Santo, dejando un legado que soportará la prueba del tiempo? Encuentra ánimo para ese proyecto de construcción en los cuatro sermones apasionados de este profeta del Antiguo Testamento.

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