La libertad y la vida sin duda son dos de los valores más preciados y que todo ser humano desea para sí mismo y las personas que ama. Pero, cuando se trata del aborto, estos valores parecen polos opuestos. En términos concretos, los defensores en pro de la libre elección afirman que la mujer es la única persona que tiene facultad para decidir sobre su cuerpo y por lo tanto de abortar, y que el Estado no tiene en lo absoluto derecho a intervenir pues se estarían violando los derechos de la mujer. En caso contrario, los defensores en pro del derecho a la vida aseguran que el feto está vivo desde el momento de la fecundación, por lo que se tiene la obligación ética, moral y religiosa de preservar y cuidar esa vida; por lo tanto el aborto en cualquier etapa del embarazo equivale a un asesinato. Sin embargo, lo que a menudo se pasa por alto en estas discusiones, es tomar en cuenta a la persona que ya ha practicado un aborto. El consejo preventivo siempre está disponible, pero la ayuda correctiva y el cuidado compasivo con frecuencia brillan por su ausencia. ¿Qué podemos decirle a la mujer que ya ha tenido un aborto? ¿Cómo podemos ayudar a la persona que asesoró a un amigo o familiar a abortar a su hijo? Esta es la «otra car» de este tema crucial que no puede ser ignorado.

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