Abigail tenía razones de sobra para decidir actuar neciamente y vivir el resto de su vida amargada, resentida y frustrada por la clase de marido que tenía. . . pero decidió ser sensata y actuar con discernimiento. Sabía que era una hija de Dios y debía responder como tal. Obró con tal sabiduría que hasta el necio de su marido fue beneficiado por su correcta actitud. Cuando dejamos todo en manos de Dios, quizás Él no siempre haga lo que queramos, pero siempre obrará en favor de lo que es bueno. Sea una mujer de fe, actúe con tacto y discernimiento, cumpla su responsabilidad y Dios cumplirá el buen plan que tiene para usted. Cuando Dios vio la fidelidad de Abigail, le hizo justicia. . . y desea hacer lo mismo por usted.
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