Nuestro trabajo como pastores no está libre de riesgos en el lugar de trabajo. Claro que no usamos cascos, pero ¡quizás deberíamos! Los riesgos de los cuales hablo son los que están en el interior de nuestros corazones.

Una de los más grandes es el que yo llamo el “ataque a la integridad.” Creo que nuestra integridad se ve atacada cuando cedemos a la tentación de permitir que nuestra posición (y los privilegios que vienen con ella) nos hace bajar nuestras normas o debilitar nuestro testimonio.

Con cada posición privilegiada viene la confianza. Quizás usted maneja una tarjeta de crédito o la cuenta de banco de la iglesia. Confían en usted para manejarla con integridad. Quizás usted maneja un vehículo propiedad de la iglesia.

Eso es un privilegio. Usted es responsable de cómo maneja su tiempo y cómo lo usa. El grupo de líderes y la congregación esperan que usted trabaje un día completo por el salario de un día completo.

Usted tiene una computadora y probablemente una oficina o un cuarto de estudio privado. Esto es una combinación peligrosa si usted no tiene integridad. ¡Las estadísticas vuelven loco a cualquiera al ver cuántos pastores en el ministerio confiesan ver pornografía en la Internet!

Muchos de ellos que han caído en la inmoralidad comenzaron su caída mirando pornografía en la Internet.

Recuerdo a un líder laico inclinado sobre mi escritorio, y los nudillos de sus manos se volvieron blancos mientras me miraba a los ojos y decía: “Pastor Swindoll, quiero hacerle una pregunta muy directa. En todo este pasillo de la iglesia, ¿habrá alguna persona en una de estas oficinas a la que podría entrar y hacerle las preguntas difíciles?”

“Escoja cualquier oficina en este pasillo y esa persona le contestará, ‘Yo mismo puedo ir en cualquier momento y decirles o preguntarles cualquier cosa’ ”. Esa fue mi respuesta. Pero déjeme decirle algo, es muy difícil cultivar un ambiente donde esa clase de honestidad pueda darse.

¿Recuerda usted las palabras de Asaf? Pienso en ellas muy a menudo. Después de 69 versículos, él terminó el Salmo 78 de esta manera:

Eligió a David su siervo,
Y lo tomó de las majadas de las ovejas;

De tras las paridas lo trajo,
Para que apacentase a Jacob su pueblo,
Y a Israel su heredad.

Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,
Los pastoreó con la pericia de sus manos. (Salmos 78:70-72)

Eso no es simplemente hermosa poesía hebrea: esas palabras describen el carácter. Dios escogió a David no porque tenía el perfil de un rey. No porque había matado a osos y leones.

Ni aún porque había matado al gigante. Él fue escogido para pastorear al pueblo de Dios por una gran razón: él tenía integridad.

Mis queridos hermanos, ese es nuestro llamado y nuestro estándar también.

–Chuck