El obrero cristiano es una especie extraña. Él o ella a menudo desean hacer parecer como si la labor es terriblemente pesada. De hecho, entre más penosa y agobiante sea la mirada, mejor. Los trabajadores cristianos son bien conocidos por tener lo que yo llamo una mirada de "sangre fatigada", mejor conocida como la obsoleta "imagen del misionero". O, mejor establecida como la agotada y abrumada "imagen religiosa".

Llevan generalmente una vieja y desgastada Biblia y caminan como si estuvieran cojos. Rara vez sonríen—con una imagen de "compadézcanse por favor". ¡Me dan ganas de vomitar!

Ahora, yo no quiero ser supercrítico en este respecto. (Después de todo, yo, también, soy un obrero cristiano). La trágica realidad es que muchas de estas personas trabajan demasiado y muchos apenas tienen suficiente para vivir. Pero creo que sí se puede estar en el ministerio de tiempo completo sin tener que caer en el estereotipo de “pobre-de-mí”.

Las personas más felices en la tierra deberíamos de ser aquellos de nosotros que estamos al servicio de Dios. Y deberíamos parecerlo. Tenemos más razones para sonreír que cualquier otra persona. Aunque nuestro trabajo sea terriblemente serio, deberíamos de tener más diversión y de disfrutar de nuestro llamado más que cualquiera en cualquier otro ámbito de trabajo. También creo que un individuo en el ministerio transcultural o un pastor local deberían de poder disfrutar de su gusto musical y divertirse, igual que cualquier otra persona.

Francamente, aquellos que parecemos como que nos acabamos de terminar nuestro último pedazo de pan no ministramos muy efectivamente. Aquellos que ministran bien son los que sinceramente disfrutan de la vida. No necesitamos pasar todo nuestro tiempo meditando en lo negativo de la vida; hay suficientes experiencias tristes para dar y regalar a todos.

Por favor no me mal entienda. El ministerio no es un llamado fácil. Hay veces en las que hay que trabajar largas horas. Y esas ocasiones suceden más a menudo de lo que quisiéramos. Pero nosotros como pastores y obreros cristianos no necesitamos un recordatorio para trabajar con más pasión. Necesitamos otro tipo de recordatorio: "¿Está haciendo su trabajo más duro de lo que debe ser? Comparta la carga. ¡Aligérese! Su trabajo puede ser más fácil. Pídale a alguien que le ayude a llevar a cabo la obra."

Recuerde, aún Jesús no curó a todos—aunque bien podía haberlo hecho. Es enteramente posible que usted esté haciendo demasiado. . . Y a menos que me equivoque, tampoco está sonriendo suficiente.

—Chuck