Los buenos líderes afirman a la gente con entusiasmo. Pablo escribe,

Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros. (1 Tesalonicenses 2:10-11)

¿Alguna vez se ha sentado en las gradas de un estadio, justo en frente del padre del capitán del equipo de fútbol? Él forma su propia escuadra animadora. ¿Por qué? ¡Él es el papá! El joven en el campo está pensando, “Papá, ya deja de hacer eso.” Pero su padre sigue parado allí, gritando a todo lo que dan sus pulmones, disfrutando cada minuto al máximo. No hay duda a quien él está animando.

Usted quizás ha añorado más afirmación de parte su padre. Seamos honestos; la afirmación logra mucho cuando de la preparación de un niño para la vida se trata. Nadie debería recibir más palabras de ánimo de nuestra parte que nuestros propios hijos.

Esto nos pega duro, ¿verdad?

El buen liderazgo debe equilibrar la tierna crianza de una madre con la afirmación amorosa de un padre. Las palabras de ánimo son como un oasis en un desierto caluroso y árido. Traen el refrigerio necesario para los cansados individuos cuyas almas están muertas de sed por el tiempo que han pasado en el desierto de la desconfianza. Hay un desierto de fracaso cuando hemos intentado tanto tener éxito. También hay un desierto de la falta de progreso cuando tanto queremos que algo suceda, pero no sucede. Y hay el desierto del rechazo familiar, del abuso, y de mil otros paisajes áridos y monótonos de la vida.

En esas experiencias desérticas de la vida todos añoramos un oasis donde podamos tomar un refrescante trago de agua. Aunque quizá usted no lo haya recibido de su padre, determine ahora mismo que sí saldrá de usted. Dé las palabras afirmativas de un padre quien, por su hablar, mete su cucharón en lo profundo del agua helada, y cuando vierte sus palabras, ellas refrescan el espíritu y refrescan el alma.

Líderes que afirman producen seguidores leales…en la iglesia y en el hogar.

–Chuck