Como pastor, no se necesita mucho tiempo para entender que el ministerio no es un trabajo. Es un llamamiento. Me encanta la Primera Carta de Pablo a su joven amigo, Timoteo. Está repleta de grandes recordatorios para nosotros, como pastores.

En las próximas publicaciones, echando mano de esta epístola esencial, presentaré para todos nosotros un reto en tres aspectos relativos a nuestro llamamiento, específicamente:

  • ¿De qué huimos?
  • ¿A qué seguimos?
  • ¿Por qué peleamos?

De paso, veo nuestro llamad0 en calidad de pastores como una responsabilidad que viene de Dios . . . sin ninguna expectativa de beneficios pastorales colaterales de parte nuestra. Esto es lo que eso quiere decir:

  • No lo hacemos por el dinero.
  • No lo hacemos porque las horas son buenas.
  • No lo hacemos porque todos nos querrán.
  • No lo hacemos debido a donde escogemos vivir.

¿Por qué lo hacemos? Porque no podemos estar satisfechos haciendo ninguna otra cosa que nuestro llamado.

Honestamente, ¿puede pensar de algún mayor privilegio?

—Chuck