En muchos sentidos, podríamos resumir nuestro tiempo como la «edad de las adicciones». Sería agradable pensar que los miembros de la familia de Jesucristo están libres de adicciones, pero eso es solo un sueño placentero. Muchos cristianos luchan contra los persistentes e implacables hábitos que desafían las soluciones rápidas y fáciles. Curiosamente, la adicción más común de todas no es vista como una adicción en lo absoluto. De hecho, lo consideramos como algo normal, como parte de la vida cotidiana en una sociedad moderna y tecnológicamente avanzada. ¿Cuál es esa adicción tan popular? La adicción a la preocupación. La buena noticia es que Dios ha provisto una vía de escape; un remedio efectivo para liberarnos de la ansiedad y volver a reír de nuevo.
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