Daniel 2:21
¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación sincera de gratitud con Dios?
Las palabras de Daniel en su oración de alabanza no son genéricas ni apresuradas. Son teológicas, personales y profundamente reverentes. No son solo palabras bonitas; son una declaración de confianza absoluta. Él reconoce que toda sabiduría, todo poder, toda revelación —incluso el tiempo, la historia y los gobiernos— están en las manos de Dios.
«Él es quien cambia los tiempos y las edades; quita reyes y pone reyes; da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos» (Daniel 2:21, NBLA).
Para un joven exiliado que vive bajo el dominio de un rey pagano, ¡qué declaración tan valiente y firme! Daniel no adoraba a un Dios local ni a una deidad limitada. No hablaba con un ídolo fabricado por manos humanas. Adoraba al Dios soberano del universo, el que mueve los hilos de la historia… y también responde las oraciones más personales. Ese Dios que controla los reinos también escucha los ruegos de un corazón rendido.
Al reconocer esto, Daniel no solo se prepara para hablar con el rey. Se alinea con el Rey de reyes. Su adoración lo reubica espiritualmente: no está a merced de Babilonia, sino al servicio del Cielo. En medio de la presión política, Daniel se posiciona como embajador de una autoridad mayor.
Alabar no cambia tu circunstancia… pero sí te recuerda quién está por encima de ella. Y cuando recuerdas quién gobierna el universo, puedes enfrentar cualquier escenario con paz.
Hoy puede ser el momento ideal para pausar, levantar tu mirada y decir: «Gracias, Señor… aún aquí, Tú estás en control».
Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.