Daniel 4:8-9

¿A quién recurres primero cuando no entiendes lo que Dios está haciendo?

Asustado por el sueño del gran árbol, Nabucodonosor hizo lo que siempre hacía: llamó a sus sabios, magos y astrólogos. Era su comité de expertos, su gabinete de confianza. Pero, una vez más, «no pudieron» darle la interpretación (cf. Daniel 4:6–7).

Es interesante: los mismos hombres que vivían de «interpretar sueños» se quedan mudos cuando el sueño viene del Dios verdadero. Su capacidad es suficiente para lo superficial, pero totalmente incompetente ante las cosas profundas del Espíritu.

Solo entonces entra Daniel en escena. El rey lo llama por el nombre pagano que le había puesto, pero reconoce algo diferente: en él hay «un espíritu de los dioses santos» (cf. Daniel 4:8–9). Sin entenderlo del todo, percibe que este hombre está conectado con una fuerza superior.

También nosotros solemos agotar primero los recursos humanos: consejos, redes sociales, libros, técnicas. Muchas de esas cosas son buenas, pero tienen límites. Hay problemas que no se resuelven con técnica, sino con discernimiento espiritual; situaciones que solo se entienden desde la perspectiva de Dios.

No es que dejemos de buscar consejo humano, pero sí que aprendamos a ubicarlo en su lugar: secundario. El primer nombre en nuestra lista debería ser el del Señor, no el del «experto de moda».

Cuando los expertos se quedan sin respuesta, Dios recuerda que la sabiduría no está en los títulos, sino en los corazones que escuchan Su voz.

Adaptado de la guía de estudio, Daniel: God’s Plan for the Future, publicado por Insight for Living. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.