Pasé los primeros diez años de mi matrimonio tratando de hacer de que mi esposa Cynthia fuera como yo. (No puedo imaginar que haya una cosa peor en este mundo que una versión femenina de mí mismo). Finalmente, ella explotó.

Nunca olvidaré el momento que Cynthia me dijo:

No quiero que le sigas diciendo a la gente que somos “socios” en el ministerio, porque no lo somos. Yo tuve a tus hijos, te hago de comer y limpio la casa, pero no soy tu “socia” en el ministerio.Tú nunca me has aceptado por quien yo soy realmente.

Sí lo he hecho.

No, no lo has hecho.

, sí lo he hecho.

¡NO, no lo has hecho!

Nos encontramos de pies a pies en la cocina, yo gritaba y ella gritaba, hasta que ella finalmente salió llorando, y yo me quedé con todos los platos sucios.

Mientras los lavaba pensé en sus palabras, y tuva que admitir ella tiene razón.

Comenzamos un proceso que tomó como cuatro años para romper ese hábito que yo tenía. Esto involucró una consejería intensa que ambos buscamos. . . fue doloroso pero nos ayudó mucho.

Y aunque ese proceso literalmente, se convirtió en un punto de inflexión para nosotros ya que me di cuenta de lo verdadera que su crítica era.

En aquel entonces yo no animaba mucho. Ella realmente no era mi "socia". Afortunadamente, eso comenzó a cambiar. ¡Yo cambié!

Fue años más tarde, en una reunión con unos amigos de nuestro programa radial, que alguien le preguntó a Cynthia:

¿Por qué no nos dices algo acerca del programa de radio?

Ella con mucho gusto dio un breve resumen del ministerio. Y terminó diciendo:

La mejor parte del programa es que Chuck y yo lo estamos haciendo juntos como “socios”.

En ese momento maravilloso, esa declaración hizo que sintiera un nudo en mi garganta. Ella no había dicho esa palabra desde la vez que lo dijo muchos años atrás, cuando estábamos parados en nuestra cocina. Por fin me estaba dando cuenta de la importancia de aceptar a mi esposa como es ella.

A menudo recuerdo las palabras del apóstol Pedro para nosotros los esposos, y cómo nuestras vidas en el hogar afectan nuestra eficacia aún como pastores. He puesto énfasis en el resultado de la obediencia a las palabras de Pedro:

“De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes”. (1 Pedro 3:7 énfasis añadido)

Ella tiene un temperamento diferente que el suyo y también una manera de pensar distinta. La mayoría de las esposas tienen esas diferencias y esa es la razón por la cual el matrimonio funciona. Le invito a estudiar detenidamente el capítulo 14 de Romanos. En ese capítulo se expone la ausencia del legalismo. También se hace énfasis en cómo podemos disfrutar nuestra libertad, un aprecio por la diversidad, y un estilo de vida que no trata de controlar a los demás. Todo esto tiene que ver con aceptar a otros tal como son. . . inclusive dentro del hogar.

Muchas veces he sentido que es más fácil aceptar y animar a las personas dentro de nuestra congregación, que a mi propia esposa. Quizás a usted le pase lo mismo .

-Chuck