Una de las razones por las que me gusta hacer las compras en la tienda donde las hago, es que allí también contratan a personas con limitaciones físicas y mentales para ayudar a empacar. ¿No le parece grandioso estar en contacto gente así? Uno de ellos siempre me llama “joven”. Especialmente disfruto eso. ¡No hay mucha gente hoy en día que me puede llamar “joven” a mi edad! Él es un hombre joven que tiene la mitad de la edad que yo tengo, y siempre me dice: “¿Cómo le va joven?”
Generalmente. Me gusta escoger la fila donde él se encuentra empacando, porque así podemos charlar un rato. El otro día le dije que estaba haciendo un excelente trabajo y se le vinieron las lágrimas a los ojos. ¿No le parece increíble? Uno pensaría que quizás la mitad de la gente que pasa por allí les dice a los empacadores que hacen bien su trabajo. Él me dijo, “No había escuchado esas palabras en más de un año”. El gerente de la tienda, quien estaba parado a un metro de distancia, dijo, “¡Vaya! Yo te las dije hace tres meses.”
Este momento puede ser una muy buena oportunidad de tomarse un tiempo y pensar en qué forma usted puede animar a quienes están alrededor suyo. Empiece en su propio hogar, con su esposa.
Pasé los primeros diez años de mi matrimonio tratando de hacer de que mi esposa Cynthia fuera como yo. No puedo imaginar que haya una cosa peor en este mundo que una versión femenina de Chuck. Y seré honesto, hacer esto, casi destruye nuestro matrimonio. Esto no ocurrió porque ella decidió quedarse y soportarlo.
Nunca olvidaré el momento que Cynthia me dijo, –No quiero que le sigas diciendo a la gente que somos “socios” en el ministerio, porque no lo somos. Yo tuve a tus hijos, te hago de comer y limpio la casa, pero no soy tu “socia” en el ministerio.– Entonces añadió, –Tú nunca me has aceptado por quien yo soy realmente.– Yo le dije, –Si lo he hecho.– Ella dijo, –No, no lo has hecho.– Yo le dije, –SÍ, sí lo he hecho.– Ella dijo, –¡NO, no lo has hecho!– Y yo subía de volumen mi voz y ella también, hasta que ella finalmente salió del lugar llorando, y yo me quedé con todos los platos sucios. Mientras los lavaba pensé, ella tiene razón.
Comenzamos un proceso que tomó como cuatro años para romper ese hábito que yo tenía. Esto involucró una consejería intensa que ambos buscamos…y nos ayudó mucho. Fue muy difícil para mí el reconocer cuánta razón ella tenía en su crítica hacia mí. Yo no era muy bueno para alentar a las personas en ese tiempo. Yo escogía la gente con la que me gustaba estar y en ellos invertía mi tiempo. A los demás, simplemente los usaba.
Fue años más tarde, en una reunión con unos amigos de nuestro programa radial, que alguien le preguntó a Cynthia, –¿Por qué no nos dices algo acerca del programa de radio?– Ella contestó, –La mejor parte del programa es que Chuck y yo lo estamos haciendo juntos como “socios”.– En ese momento maravilloso, esa declaración hizo que sintiera un nudo en mi garganta. Ella no había dicho esa palabra desde la vez que lo dijo muchos años atrás, cuando estábamos parados sobre el frío piso de nuestra cocina. Por fin me estaba dando cuenta de la importancia de aceptar a mi esposa como es ella.
A menudo recuerdo las palabras del apóstol Pedro para nosotros los esposos, y cómo nuestras vidas en el hogar afectan nuestra eficacia aún como pastores. He puesto énfasis en el resultado de la obediencia a las palabras de Pedro:
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7 énfasis añadido).
Ella tiene un temperamento diferente que el suyo y también una manera de pensar distinta. La mayoría de las esposas tienen esas diferencias y esa es la razón por la cual el matrimonio funciona. Le invito a estudiar detenidamente el capítulo 14 de Romanos. En ese capítulo se expone la ausencia del legalismo. También se hace énfasis en cómo podemos disfrutar nuestra libertad, un aprecio por la diversidad, y un estilo de vida que no trata de controlar a los demás. Todo esto tiene que ver con aceptar a otros tal como son…inclusive dentro del hogar.
Muchas veces he sentido que es más fácil aceptar y alentar a las personas dentro de nuestra congregación, que a mi propia esposa. Quizás a usted le pase lo mismo.
—Chuck