Existen diferentes tipos de sermones: sermones temáticos, sermones biográficos, sermones expositivos, y sermones cuernos-largos, un punto por aquí, y un punto por allá, ¡y mucho de nada en medio! Es muy fácil predicar ese tipo de sermones ¿verdad?

Un mentor mío me contó acerca del tiempo que trabajó para un pastor anciano quien llegaba al púlpito sin prepararse. Entonces intentaba prepararse durante los cantos. “Señor, dame algo” oraba. “Dame tu mensaje.” Después de otro canto pedía de nuevo, “Señor, dame tu mensaje.” Cada domingo pasaba lo mismo.

“Un día,” dijo el pastor, “el Señor finalmente me dio su mensaje. Dios me dijo: ‘Rafael, tú eres un flojo. Ese es mi mensaje.’”

Francamente, el asunto de pereza pastoral es algo con lo que debemos luchar como pastores. La pereza pastoral engendra sermones cuernos-largos.

Cuando me encuentro sentado un domingo por la mañana durante el himno número 275 y estoy tratando de recordar el segundo punto de mi mensaje, hay un sudor silencioso que ocurre en ese momento. Porque, siendo completamente honesto, me siento infiel. Pienso, estas personas necesitan ser alimentados, y yo me siento como sí el Espíritu Santo me dice: “No te has preparado lo suficientemente para este momento”.

Así que, esto es lo que me ha ayudado a mí para presentarme a mí mismo “a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

  • En primer lugar, sea honesto consigo mismo. Si está fingiendo, lo está fingiendo. (La mayoría de la gente lo sabe, ya sea que lo admitamos o no.)
  • Después, siéntase con su calendario y agenda el tiempo. A no ser por circunstancias de vida o muerte, deja que su asistente u otro hermano le cubra. O que su esposa le cubra en el hogar, pero tiene que ser celoso con su tiempo de estudio.
  • Luego, cuando tenga tiempo a solas, ¡quédese allí! Es increíble cómo uno puede pasar las horas, desempolvando libros, yendo a tomar agua, yendo al baño, leyendo un artículo en una revista. ¡No lo permita! Póngase en su lugar, prenda la luz, y haga mover su lapicero (o teclado), y empiece a poner algo en la hoja. Hágalo a fuerzas al principio. Yo lo hago a fuerzas a veces al principio. Dígale al Señor que necesita hacerlo. Dígale que se ponga los pensamientos. Cuando lo haga, estará muy emocionado al ver cómo todo fluye y se concreta. Yo siempre me quedo asombrado de cómo Dios multiplica los “peces y panes” cuando oro.
  • Finalmente, después de formar el hábito, explíqueles a los líderes de la iglesia o a otros hermanos el valor que pone sobre esos tiempos de estudio. No es que no quiera estar con ellos, pero cuando está con ellos los domingos, quiere estar con ellos con una mente preparada y un corazón preparado. Muy pocas veces los líderes de la iglesia dirán: “No creemos en eso.” En lugar de eso le dirán: Gracias por preocuparse lo suficiente.”

Caer en el pánico del sábado por la noche es un hábito. Lo he hecho lo suficientemente como para saber que no quiero hacerlo de nuevo.

La disciplina también es un hábito; lo he descubierto.

La disciplina mata a esos cuernos-largos.

-Chuck