Si la oración es el remedio para la ansiedad, a lo mejor usted se ve tentado a pensar que su oración fue inefectiva. Tal vez usted piensa que de alguna manera fracasó porque su ansiedad volvió; tal vez tan pronto al decir: “Amén.”

Me sucede a mí de vez en cuando. Tomo mi ansiedad persistente como una señal de que necesito más tiempo ante el Padre celestial, revisando todos los detalles de mi situación, diciéndole cómo esta situación me acosa, y a veces incluso admitiendo que tengo miedo de no lograr resolverla a tiempo.

Tener una preocupación profunda, persistente, por un problema no es lo mismo que ansiedad. ¡De ninguna manera!

  • La ansiedad es escoger afanarse y retorcerse en lugar de entregarlo por completo a Dios.
  • El afán es luchar con la ansiedad por cuenta propia en lugar de entregársela al Padre celestial.

Gran diferencia.

La mayoría de personas a quienes considero hombres y mujeres de oración acuden a Dios porque tienen algo que pesa en su corazón. Me dicen que nada excepto la continua conversación con Dios les da alivio.

Así que, si usted tiende a preocuparse mucho, hay una solución.

Ore mucho.

Para que tal alivio sea una realidad usted tendrá que ejercer la disciplina de la entrega al confiar en el Padre celestial para que resuelva el problema . . . a Su manera y en Su tiempo. La oración efectiva, que logra resultados, incluye el pensamiento: Señor:

Este es tu problema para que lo atiendas. Toma las riendas. Hazme saber lo que quieres que haga si debo intervenir en la solución. Al entregártelo, lo considero resuelto.

Es en ese punto que usted disciplina su mente a no afanarse.

  • Rehúse continuar buscando respuestas o tratando de hallar resolución. Usted resuelve problema al entregárselo a Dios.
  • Su principal responsabilidad ahora es esperar al que Él le dirija. Cuando Él quiere que usted actúe, se lo indicará con claridad. Él tiene docenas de maneras de hacer eso, así que no hay necesidad de que usted trate de abrir la puerta forzándola con sus propias fuerzas.
  • Al esperar ante Dios, Él dirigirá sus pensamientos al próximo paso que debe dar. Si Él no lo dirige a nada, entonces no haga nada. Él tomará el asunto desde allí.

Debido a que somos criaturas débiles de hábito, nuestra ansiedad con toda probabilidad volverá y tenemos que volver a la oración y a entregarlo todo de nuevo.

Eso es normal.

De hecho, si pudiéramos librarnos de toda ansiedad con una oración de treinta segundos, 1 Tesalonicenses 5:17: “oren sin cesar,” no tendría mayor sentido.

Empiece su día con oración, y continué orando aquí y allá todo el día.

  • Ore al conducir.
  • Ore mientras trabaja.
  • Ore antes del receso para almorzar.
  • Ore mientras estudia.
  • Ore antes de predicar.
  • Ore mientras predica.
  • Ore cuando recibe esa llamada telefónica difícil.
  • Ore cuando algo o alguien lo desilusiona.
  • Ore cuando vienen las sorpresas.
  • Ore cuando triunfa.
  • Ore cuando recibe noticias dolorosas.
  • Ore sin cesar . . .

A su Padre celestial, conmovido profundamente por sus luchas, le encanta cuando usted acude a Él, pidiéndole ayuda. Él está allí mismo, listo para intervenir. ¡Invítele a la que lo haga!

Créame . . . Él lo hará .

-Chuck