Sin duda, se ha topado con personas en sus conversaciones (quizá aún en su congregación) que sienten que el que nos creó está demasiado lejos para ocuparse de pequeños detalles concernientes con la vida en el planeta Tierra. Pero ese no es el caso. El plan misterioso de Dios está corriendo su curso justo a tiempo, exactamente cómo lo decretó.
Este mundo no está fuera de control, girando desenfrenadamente por el espacio. Ni los habitantes de la Tierra están a la merced de un destino ciego ni de un caos sin sentido. No sé por qué un tornado destruye un vecindario sin tocar otro. Solo sé que aún en medio de esta calamidad el plan de Dios no se frustra ni se altera. Él no está sentado al borde de una nube, preguntándose lo que sucederá después. Ese no es el Dios de las Escrituras. Job oró en su miseria estas palabras:
El hombre, nacido de mujer,
corto de días y lleno de turbaciones,
Ya que sus días están determinados,
el número de sus meses te es conocido,
y has fijado sus límites para que no pueda pasarlos.” (Job 14:1, 5)
Así que aunque no podamos entender el "¿por qué?" del plan de Dios, sí sabemos que las Escrituras indican que Dios no se sorprende de la calamidad. De algún modo u otro, todo forma parte de Su voluntad misteriosa.
Ahora, ese es un concepto difícil de explicar completamente o de justificar como predicador. Así que mi consejo es bastante sencillo: deje de intentar. Las palabras de Job nos dicen que la decretada voluntad de Dios está corriendo su curso precisamente como está estipulado. Este aspecto de la voluntad de Dios no es algo que podamos anticipar antes de tiempo; sólo podemos conocerlo después de que haya sucedido.
Aunque la declaración de Job no es algo que a usted le gustaría incluir en una nota pastoral de consuelo a alguien que acaba de vivir una gran tragedia, es un verso que usted necesita para confortarse al atravesar su propia calamidad.
Recuerde, nada es una sorpresa para Dios. Su plan puede parecerle injusto, humanamente ilógico, inclusive sin compasión, pero eso es porque habitamos en el presente. Y nos hace falta el enfoque vertical.
—Chuck