He estado en el ministerio más de cinco décadas. Durante ese tiempo he descubierto algo que pudiera parecer básico y obvio, pero créame, me llevó años aprenderlo. A decir verdad, todavía estoy captando la realidad de lo que significa. He aprendido que las relaciones personales vienen justo debajo de nuestro andar con Dios.

Incluso Jesús ilustró este principio mediante las relaciones personales en su vida, ¿verdad? El Señor ministró a multitudes, y dentro de esa multitud Él tenía sus seguidores. Ese grupo se redujo más, a los Doce, y después a tres (Pedro, Jacobo y Juan), y finalmente, Jesús tenía a Juan, el discípulo amado.

He hallado que el ministro del evangelio tiene por lo menos cuatro aspectos clave de relaciones personales. Imagínese a estas personas como círculos concéntricos que le rodean; algo parecido a los que Jesús tenía a Su alrededor. Empecemos con los que están más cerca de uno, y de allí avancemos hacia afuera.

Su círculo inmediato es su familia. Obviamente, si usted está casado, me refiero a su relación con su esposa. Pero antes de su matrimonio, y ahora en tándem con la misma, usted tal vez tenga una relación personal continua con sus padres. Y entonces usted y su esposa tendrán una relación personal con sus hijos, sus nietos, sus suegros, e incluso otras relaciones consanguíneas dentro de la familia.

El próximo círculo debe ser los que sirven con usted en un equipo pastoral. Tal vez usted sirve en una iglesia que tiene múltiples ministros, o tal vez usted es el único ministro que percibe un sueldo en esa iglesia. Tal vez usted emplee a alguien a tiempo parcial, o tal vez tenga voluntarios. Todos los que somos pastores tenemos a otros como estos que sirven fielmente y de manera consistente. Esas relaciones personales son únicas.

El tercer círculo son los compañeros líderes en la iglesia. Tal vez son ancianos y diáconos, o tal vez su denominación les asigne otros títulos. Éstos son los líderes que sirven junto con nosotros.

Finalmente, el cuarto círculo, el más grande, representa a los que están en nuestra congregación local. He dividido a la congregación en cinco categorías: los que asisten, los amigos, los atractivos, los que atraviesan dificultades, y finalmente, los más difíciles de todos, los que causan problemas.

Las relaciones personales del pastor son esenciales.

Quiero dedicar mi tiempo para enfocar cada una de estas categorías en las semanas que siguen. No tenemos prisa. El cultivo de las relaciones personales lleva tiempo . . . y hablar de ellas también. Éstas son las vidas que nos tocan, nos moldean, nos ministran, significan todo el mundo para nosotros, y nos sacan de quicio si pueden.

Las relaciones personales se hallan justo debajo de una relación con Dios. Fácil de decirlo . . . pero todo un reto para ponerlo en práctica.

—Chuck