El conflicto entre lo urgente y lo importante es ineludible. ¡Cuán fácil es confundir los dos!
Es muy común pensar que al permanecer ocupado y trabajando duro estamos tratando con las cosas importantes. Pero ese no es necesariamente el caso. Aquellas cosas que son urgentes rara vez representan las cosas que son importantes. Y ahí está la razón por la cual tantas personas hoy en día sienten tanta insatisfacción después de trabajar tan duro y por tantas horas diariamente.
Esa frustración está presente en el mundo en el que vivimos, pero está mucho más presente en la iglesia. Cuando sustituimos lo urgente por lo importante en la iglesia de Jesucristo, acentuamos el trabajo, la actividad, la participación, el hacer, el producir, el impresionar y el lograr. Pero a menudo nos deja sintiéndonos vacíos. El agotamiento remplaza la satisfacción. Además, deja el aroma del mundo secularizado en el que trabajamos. ¿Quién sabe cuántas personas han rechazado al cristianismo, porque aunque han anhelando al Dios vivo y verdadero se han encontrado con un substituto secularizado en su iglesia?
Quizás esto explique por qué tantas actividades en tantas iglesias nos distraen del ingrediente esencial que hace a una iglesia extraordinaria en esta sociedad postmoderna: la alabanza.
Cuando miramos a la vida con una perspectiva horizontal, lo urgente pasa al primer plano. Es estruendoso. Es popular. Está orientado hacia el producto. Los puntos culminantes horizontales son todo lo que es humano. . . el logro humano, la importancia humana, la lógica humana, el significado humano, la opinión humana, la eficiencia humana, los resultados humanos. Demanda nuestro tiempo y atención. Mientras que esa siempre presente tirana nos grita, la reacción más natural es de rendirnos ante ella, dándole nuestra máxima prioridad. Después de todo, ¡Es urgente! Y estamos demasiado familiarizados con su voz.
Sin embargo, las cosas importantes son diferentes. Son calladas y profundas. Tienen una perspectiva vertical. Destacan las cosas de Dios: la Palabra de Dios, la voluntad de Dios, el plan de Dios, el tiempo de Dios, las personas de Dios, la manera de Dios, la gloria de Dios, y el honor de Dios. ¿Y cual es el objetivo de todo esto? La alabanza a Dios.
El objetivo fundamental de una iglesia que está comprometida a las cosas importantes, en lugar de a las cosas urgentes, es el cultivo de un cuerpo de adoradores cuyo único enfoque está en el Señor nuestro Dios.
—Chuck