Inicialmente Josué esperaba
que la batalla de Jericó fuera su guerra, pero entonces se vio frente a frente
a su Comandante en Jefe y descubrió que la batalla le pertenecía al Señor. La
parte de Josué no era ganar la guerra sino simplemente ponerse a disposición
del verdadero Comandante en Jefe. Josué primero se rindió a Dios; y sólo
entonces pudo Josué obtener la victoria.

Podemos aprender mucho de
la respuesta de Josué, que puede ayudarnos en nuestras batallas al parecer
imposibles. Veo varias estrategias que surgen de la experiencia de Josué.

Estrategia Uno:
Comprenda con claridad el plan de Dios.
Dios le dijo a Josué, en esencia: “Marcha,
toca las trompetas y grita.” Antes de que uno pueda marchar a las órdenes de
Dios, es preciso entender el plan de Dios para uno. Lo primero tiene que ver
con su “oponente”, como saben, ese individuo exasperante en su comunidad, en su
congregación, o aquel individuo entre los líderes de su iglesia. Nuestra
cultura le dirá que se desquite; pero el plan de Dios es que usted perdone a la
persona; lo más innatural que dos
personas enfurecidas harían el uno al otro. Con todo, ese es el plan de Dios.
¿Confía usted lo suficiente en el plan de Dios como para obedecerle en su
situación imposible?

Estrategia Dos: Coopere
completamente con la estrategia de Dios.
Nadie en la compañía de Josué trató de hacer
otra cosa. El plan de Dios era sencillo y específico; era claro y conciso . . .
y lo obedecieron. Cuando la Palabra de Dios le dirija a hacer algo, no discuta;
simplemente hágalo. Es muy posible que tenga que pedirle la fuerza y la
disposición para avanzar, pero decida seguirle sea como sea. ¿Qué tiene que
hacer hoy para seguir la estrategia de Dios?

Estrategia Tres: Siga
por fe el plan de Dios.
Hebreos 11:30 explica por qué la estrategia de Dios sirvió para Josué:
“Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.” El
pueblo de Josué siguió a Dios con fe como de niños. Simplemente creyeron que
esto era lo que debían hacer. Como resultado, Dios honró su fe. Sinceramente
pienso que Josué, en fe firme y confiada, esperaba que el muro cayera por
completo.

¿Cuál es su Jericó? ¿Cuál
es la batalla que tiene por delante? ¿Cuál es su reto? ¿Quién es su oponente?
¿Su lucha? Dedique un momento para enfocarlo con claridad en su mente.

¿Lo halló? Ahora, ¡hágale
frente!

Recuerde que usted no puede
librar la batalla en su propia carne; tiene que ser la batalla del Señor. Él se
complace en convertir una situación imposible en una victoria impresionante.
Pero eso significa que usted necesita la valentía para someterse a la
estrategia de Dios y hacerlo a la manera de Dios , por fe . . . en la
fuerza de Dios . . . y en el momento de
Dios.

Cuando usted hace eso, y
oro por eso hoy, usted se asombrará al ver cómo las imposibilidades que se
enfrenta se convierten en oportunidades increíbles.

—Chuck