El tema de la voluntad de Dios está tejido a través del tapiz de la verdad de Dios revelado en la Escritura. Todos hemos leído (y la mayor parte de nosotros hemos predicado) las palabras de Pablo a los cristianos romanos:

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforma a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:28–29)

Esto representa uno de esos lugares que podemos marcar al margen de nuestras Biblias: "La decretada voluntad de Dios". Su decretada voluntad está trabajando en su vida. Él no está solamente usando su ministerio, Él está usando el ministerio en usted (nunca lo olvide). Él está moldeando su vida, causando que usted obtenga varias características de Su Hijo, Jesucristo.

Aún la muerte de nuestro Salvador formó parte de la determinada voluntad de Dios:

"Varones israelitas, escuchad estas palabras: Jesús el nazareno, varón confirmado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio vuestro a través de Él, tal como vosotros mismos sabéis,—a éste, entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impíos y le matasteis,". (Hechos 2:22–23, énfasis añadido)

Aunque hombres no creyentes clavaron a Jesús a Su cruz, ocurrió, "por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios". Ocurrió exactamente en el momento y el lugar y por los medios que Dios había determinado.

Lo que les pareció misterioso a los once confusos discípulos—así como injusto (hablando humanamente, fue todo esto y más) —Dios observó y dijo, "Eso es lo que he planeado. Esa es la misión que Mi Hijo vino a cumplir".

Por esa razón las últimas palabras de Jesús desde la cruz antes que muriera fueron, "consumado es". Y entonces murió. El plan de redención de Dios había concluido—Jesús había pagado por nuestro pecado.

"A quien Dios resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo el dominio de ella". (Hechos 2:24)

Por cierto, eso es exactamente lo que sucederá más allá de nuestra muerte. Él nos resucitará por Su gracia, poniéndole fin para siempre a la agonía de la muerte, puesto que no podemos quedar bajo el dominio de ella. (1 Corintios 6:14; 2 Corintio 4:14).

Dios lo ha decretado así.

Ese es un pensamiento maravilloso que puede clamar en el siguiente funeral que oficie, ¿no lo cree?