Como pastor, usted no sólo tiene que atender las necesidades de su familia y su rebaño, sino también tiene que cuidar a su personal. ¿Ora usted por ellos? ¿Los trata de manera justa? ¿Tiene sus favoritos? Sólo usted puede responder a esas preguntas.

Cuando usted hace la revisión anual de su personal, ¿dedica tiempo para hablarles en persona, mirarles directamente a los ojos, y decirles lo que necesitan oír? Cuando yo hago una revisión, aplico lo que llamo el “enfoque de emparedado.” Empiezo diciéndoles genuinamente lo que están haciendo bien, y luego les hago saber aspectos en qué podrían mejorar, y concluyo recordándoles su valor, tanto para el ministerio como para mí en lo personal. Al “emparedar” la revisión, pueden oír cualquier cosa en la mitad. Pero deben saber que sus afirmaciones al principio son auténticas, y no simplemente preludio para las malas noticias, ¡o para su despido! Deben saber que son importantes para usted. Yo he comunicado alguna de mis palabras más fuertes a miembros de mi personal, palabras muy firmes, tal vez más fuertes de las que incluso le diría a mis hijos. Pero ninguno de ellos pensó que no lo quería.

Su personal necesita su lealtad. Los miembros de la iglesia vendrán a verlo para hablarle en cuanto a los otros ministros. Tenga cuidado. Guarde en confidencia lo confidencial, tenga mucho cuidado . . . ¡tanto como usted quisiera que los demás ministros sean cuidadosos cuando los miembros de la iglesia van a hablarles en cuanto a usted! Nunca socave a un miembro del personal sólo porque algún miembro de la iglesia es influyente o da montones de dinero. Eso es juego sucio. Si usted tiene problemas con algún miembro del personal, usted tiene boca y ellos tienen orejas. Busque el tiempo, y hábleles en privado. Esté dispuesto a escuchar sus problemas sin ponerse a la defensiva. De nuevo, tal como usted quisiera que ellos respondan a usted.

¿Les paga un salario justo? ¿Es el salario comparable a lo que podrían ganar si trabajaran en alguna industria en su ciudad? Eche un vistazo a eso, y pague lo justo.

Permítanme mencionar otro asunto en relación al personal. ¿Se preocupa por averiguar y asegurarse de que están tomando su día libre? Tenía un miembro del personal en un tiempo en una iglesia anterior, que rara vez tomaba su día libre. Recuerdo haber pasado por la iglesia un lunes por la noche, y vi encendida la luz en su oficina. Cuando llegué el martes por la mañana la luz todavía seguía encendida. Entré en su oficina y le pregunté: “¿Cuándo fue la última vez que tomaste tu día libre?” Pareció sentirse orgulloso de su respuesta: “Hace como tres semanas.” Así que le dije: “Eso es inaceptable. Sigue haciéndolo, y te despediré.” ¿Sabe? Sorprendentemente, ¡empezó a tomar su día libre!

De nada sirve dejar de tomar el día libre. Mi mentor, Howard Hendricks, cuenta que alguien le dijo una vez: “El diablo nunca toma un día feriado, así que, ¿por qué voy a tomarlo yo?” Hendricks ni siquiera pestañeó para contestarle: “Ah, ¿de veras? No sabía que él era tu modelo.” ¡Me encantó! Hay un viejo dicho: “Prefiero quemarme y no oxidarme.” ¿Qué clase de alternativa es esa? De todas maneras uno es historia.

Como pastor usted sabe lo importante es que tener alguien de su lado en su esquina. Con toda probabilidad, los únicos que estarán de su lado son los que trabajan con usted. Por favor, cuide bien a su personal.

—Chuck