Nuestro mundo es un mundo que exige gratificación inmediata. Desde descargas instantáneas por la Internet a café instantáneo, queremos lo que queremos cuando lo queremos, y por lo general es ¡EN ESTE INSTANTE!

Un mentor no es así. Él mira a lo lejos en aquellos a quienes sirve de mentor.

¿Cómo se ve eso en términos cotidianos? Un mentor persevera. Tiene poder para quedarse. No se intranquiliza. No sale corriendo. No es amigo sólo de buen tiempo. No se da por vencido cuando hay críticas. Eso exige inmensa madurez en las relaciones personales con otros. Mire cómo Pablo lo expresó:

También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. (1 Tesalonicenses 5:14, énfasis añadido)

Esto de mirar a lo lejos se aplica cualquiera que sea la situación. Quiere decir que un maestro no renuncia debido a que hay dificultades en el colegio. El esposo o esposa no se marcha simplemente porque las cosas se ponen difíciles. Un anciano no saca los cueros al sol sólo porque no se acepta su idea. ¿Quiere esto decir que uno nunca debe marcharse? No es eso. Pero la mayoría de las veces nos dirigimos a la salida demasiado rápido.

Como pastor, usted persevera. Da un vistazo a lo lejos. Pablo mismo modeló esta marca de un mentor. Después de enfrentar oposición feroz en Éfeso, su respuesta puede parecer sorprendente:

Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios. (Hechos 18:11)

Probablemente usted está enfrentando tiempos difíciles en estos días. Si lo está, créame, lo entiendo. El ministerio puede ser brutal para los pastores. Las cosas se han puesto difíciles para mí en todo lugar en que he servido al Señor; y, ¿la razón por la que no salí corriendo? El recuerdo de mis mentores. Ellos tampoco salieron corriendo. Nunca he olvidado eso. Cuando un mentor persevera en la dificultad, ¿cuál es el beneficio que resulta en aquellos a quienes sirve de mentor? Cultivan perseverancia. Ellos también aprenden a dar un vistazo a lo lejos.

Antes de considerar la renuncia, permítame recordarle la exhortación de Pablo al pastor Timoteo. Lea con atención cada palabra:

Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. (Timoteo 4:2)

Como predicadores, tendemos a gravitar hacia las palabras: “redarguye, reprende, exhorta.” Pero permítame instarle a que reflexione en la última frase: “con toda paciencia y doctrina.” Eso nos dice cómo. No hay gratificación instantánea en esa frase.

Mire a la distancia en aquellos a quienes sirve de mentor.

—Chuck