Alguien llegó a contar todas las promesas que se encuentran en la Biblia, y la cifra llegó a 7500. Entre esa gran cifra se encuentran algunas promesas específicas que los siervos de Dios pueden reclamar el día de hoy.

He descubierto que a veces la única esperanza que nos ayuda a seguir adelante, es en algo que Dios ha declarado en Su Palabra, lo cual nos promete que nuestro trabajo no es en vano.

Isaías 41:10 a menudo me alienta:

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.

Y un poco después, Isaías escribe lo siguiente:

Pero Sión dijo: «El Señor me ha abandonado;
el Señor se ha olvidado de mí.»

«¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!

Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes. (Isaías 49:14-16)

¡Eso es fantástico! Más fiel, y aún más amoroso que una madre para con su niño de pecho, nuestro Dios nos vigila y nos cuida. Frecuentemente recibimos consejos del apóstol Pablo. Veamos unas cuantas de las promesas que Dios lo inspiró a escribir. En 2 Corintios 4:16-17, leemos lo siguiente:

Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.

Y ¿a quién se le puede olvidar lo que dice Filipenses 4:19?

Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.

O ¿sus palabras de esperanza con respecto a un siervo escogido llamado Onesíforo?

Que el Señor le conceda misericordia a la familia de Onesíforo, porque muchas veces me dio ánimo y no se avergonzó de mis cadenas. Al contrario, cuando estuvo en Roma me buscó sin descanso hasta encontrarme. Que el Señor le conceda hallar misericordia divina en aquel día. Tú conoces muy bien los muchos servicios que me prestó en Éfeso.

No. Nuestro fiel Dios nunca se olvida de los Suyos.

-Chuck